sábado, 19 de abril de 2008

SAMARITANOS EN ACCIÓN.


Capítulo VII del libro
"Movidos a Misericordia"


"Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían,
les haré andar por sendas que no habían conocido;
delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz,
y lo escabroso en llanura.
Estas cosas les haré, y no los desampararé"
Isaías 42:16



Seguramente usted se ha topado alguna vez con un mendigo de lentes obscuros pidiendo limosnas en una esquina, tal vez cantando o sacando notas a su violín. O ha visto atravesar la calle a un invidente con su bastón blanco. ¿Se ha preguntado cómo vive esta persona, si trabaja, tiene esposo, esposa, hijos y cómo se las arregla para vivir? Si es un cristiano ¿lee la Palabra de Dios o sólo debe conformarse con escucharla? ¿podrá tomar apuntes durante un estudio bíblico? ¿se moviliza solo? O siempre tendrá que ser acompañado por un lazarillo.

¿Sabe usted cuántas personas ciegas hay en su ciudad? Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, el 5 por 1.000 de la población mundial es ciega. Esto significa que de cada mil personas que viven en un lugar, hay 5 ciegos. Si su ciudad tiene 5 millones de habitantes, es muy probable que tenga una población de 25.000 personas que sufren de ceguera. ¿Se imagina usted? Veinticinco mil vidas que, sea que hayan nacido ciegos o adquirieron esta condición por algún accidente o enfermedad, ya no pueden disfrutar del maravilloso sentido de la visión. Ellos no pueden gozar de una puesta de sol, de una bella pintura, de las imágenes de su album familiar de fotografías, del rostro de sus seres queridos -salvo a través del sentido del tacto-, de una película interesante, de la lectura de un libro, en fin de todo este mundo de imágenes en que la mayoría de los seres humanos nos movemos*

IMPACTO PSICOLÓGICO Y ESPIRITUAL DE LA CEGUERA
Para cualquier individuo, perder la vista o que nazca alguien ciego en la familia, es un hecho muy impactante y traumático. De hecho se habla en Psicología de la Ceguera que hay tres etapas en la rehabilitación psicológica de un ciego -y esto también en parte es válido para su familia-, por las que habrá de pasar inevitablemente: un primer estado de schock, luego un período de profunda depresión, para llegar por último a la aceptación de su déficit.

El estado de schock es una especie de adormecimiento psíquico. La persona no atina a nada, no llora ni ríe, cae en el mutismo pues le ha impresionado tanto esta pérdida de sus ojos que no sabe como reaccionar, hasta que toma conciencia en pocas semanas de su nueva condición. Se sumerge en un estado depresivo tal que sólo quiere morir. Muchas veces en esta etapa intentan suicidarse, reaccionan con violencia, quieren estar solos. Quienes les rodean en esos instantes deben tener mucha comprensión y darse cuenta que las palabras de consuelo poco podrán hacer por ella, pero sí es muy importante que sienta la amorosa compañía de otros junto a ella.

En verdad llora la pérdida de su vista y de toda una vida funcionando de acuerdo a ciertos esquemas. Pensemos que tendrá que aceptar su nueva condición de ciego para poder iniciar cualquier aprendizaje rehabilitativo.

El proceso de aceptación de la ceguera por parte del ciego es muy similar al nuevo nacimiento. Mientras la persona no comprenda que el viejo hombre ya ha muerto y ha sido crucificado en la cruz de Jesucristo, no podrá manifestarse el hombre nuevo con todas sus características sobrenaturales. Es preciso que muramos a nuestra vieja manera de vivir para resucitar a una vida renovada por el Espíritu Santo (Romanos 6:5-11).

Aplicando este principio espiritual a la rehabilitación de las personas ciegas, podemos decir que en tanto el ciego no renuncie psicológicamente a su antigua vida de persona con vista, no podrá resucitar como persona ciega rehabilitada. El aprendizaje del sistema Braille, el uso del bastón, el método de cálculo mediante Sorobá y todas las técnicas que le permitirán desenvolverse normalmente en el medio, pasa por esta toma de conciencia de su nueva vida y la aceptación de la voluntad de Dios.

Por eso la ceguera, lejos de ser una maldición, es una herramienta de conversión para muchos. A través de este duro golpe de la vida, han conocido a Jesucristo numerosos hermanos cuyo testimonio de fe, valentía y dominio propio son un ejemplo para la Iglesia.

LA HORA DE LA PRUEBA
Piense usted que va por la vida feliz con unos propósitos, proyectos laborales, sentimentales, familiares, etc. y de pronto todo aquello se ve truncado por la ceguera. Tal vez ya no podrá desarrollar esa profesión en que la vista es imprescindible, las relaciones con los demás cambiarán bruscamente del respeto hacia su persona a la lástima, la conmiseración; dependerá de otros para movilizarse, tendrá que olvidar muchas cosas aprendidas y, sobre todo, olvidarse de la vista y las imágenes para comenzar a funcionar en un mundo de sonidos, texturas, olores, sabores y la ausencia de toda información visual, tales como carteles, anuncios, TV, cine, revistas, periódicos, libros, señales de tránsito, semáforos, etc.

¿Y su relación con Dios? Quizás, pensará usted, que Él le está castigando por algo o que ha sido muy injusto. Lo más probable es que se enoje con Dios, que reniegue de él y no responda como el bueno de Job, porque a pesar de toda la enseñanza bíblica recibida, a pesar de todas las advertencias del Señor, en verdad nadie está preparado para una situación límite de este tipo.
No me gustaría vivir esa experiencia ni la deseo para usted ni nadie, pero el sólo pensarlo me hace evaluar qué tan preparado estoy para una circunstancia de esa índole. ¿Estamos realmente edificados sobre la Roca o, como aquellas casas de mi ciudad de Valparaíso, estoy colgando de las laderas de un cerro, apoyado a medias entre terreno sólido y arena, que al primer terremoto no resistiré? El Señor sabía de estas cosas cuando nos dejó la parábola de la casa sobre la arena y la casa sobre la roca (San Mateo 7:24-27). A veces construímos sobre bases tan falsas y débiles como nuestros sentimientos, prejuicios, ideas personales, vanidad, etc. que al cabo de un tiempo, a la hora de la prueba nos derrumbamos.

UN MINISTERIO DE MISERICORDIA
¿Quién está allí cuando un incrédulo queda ciego? ¿Quién está para apoyarle a él y a su familia, no para tenerle lástima sino una auténtica misericordia? ¿Quién está junto al hermano ciego, no para preguntarse quién pecó o qué hizo para que Dios le mandase este castigo, sino para ofrecerle su amor y darle una esperanza? Muchas veces nadie. Un médico que atiende su salud física, que anuncia el atroz veredicto oftalmológico: usted no volverá a ver. Rara vez un psicólogo, en nuestros pobres países latinoamericanos, que comprende el estado mental del paciente y que nada puede hacer ante este proceso irreversible que tiene que vivirse. Un asistente social que brindará orientaciones funcionales, no siempre provistas del necesario afecto hacia el beneficiario. Y unos familiares acongojados.

¿Dónde está Cristo? ¿Dónde están los buenos samaritanos que vengan a poner la nota de humanidad, solidaridad y espiritualidad que esta mujer o este hombre tanto necesitan? No están, porque son otras misiones, aparentemente más serias, más visionarias, más bíblicas, más evangelizadoras las que preocupan y ocupan a la mayoría de los cristianos. Nos hemos quedado con la gran comisión de Mateo 28:18-20 y hemos olvidado la orden de Lucas 10:36,37 "¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El (intérprete de la ley) dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo."

Cuando comencemos a ejercer la misericordia del buen samaritano estaremos haciendo efectivo el anuncio del Evangelio de Jesucristo, pues la Buena Nueva no sólo son palabras sino también hechos. La Palabra de Dios es un todo eficaz, es el logos (palabra escrita) inspirado y revelado por Él y el rema (palabra vivida) de-mostrado por su Espíritu Santo en el cristiano. Esta fe evidenciada en obras de misericordia es tremendamente evangelizadora y fue una de las características del método de Jesucristo, cuando obraba milagros y sanidades. Recordemos como introduce su ministerio, utilizando las palabras del profeta Isaías:

"El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor."
(San Lucas 4:18,19)

PLAN DE ACCIÓN
¿Qué está haciendo usted por esas vidas hambrientas de una espiritualidad superior? No le voy a dar un sermón acerca de la obligación que tiene todo hijo de Dios de anunciar el Evangelio a los que están en tinieblas, oscuridad que en este caso es física y espiritual pues "vosotros sois la luz del mundo" (Mateo 5:14); tampoco le recordaré que "la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma" (Santiago 2:17), apenas un concepto que aún no ha madurado en un verdadero fruto de amor; ni le advertiré sobre el "tribunal de Cristo" (2 Corintios 5:10) al cual todos los convertidos a Jesucristo compareceremos y se nos pesará de acuerdo a la obra realizada. Sencillamente voy a compartir con usted algunas estrategias de acción que le permitirán desarrollar un hermoso samaritanado.

En cada ciudad del mundo hay niños, jóvenes, adultos y ancianos ciegos que necesitan de nuestra ayuda material y espiritual. Es tarea de las instituciones educarlos y rehabilitarlos, capacitarlos para superar su problemática, desarrollar una actividad laboral e integrarse a la sociedad, mas esa labor es incompleta si no se les brinda el amor de Dios. Es misión de la Iglesia llevarles el evangelio que traerá salvación y sanidad para sus almas. Pero este apostolado ha de ser hecho con astucia misionera, acercándose a ellos con mucho respeto, sirviéndoles primero en lo más simple. Recién cuando se establezcan lazos de amistad y confianza sembraremos la semilla de la Palabra en sus corazones.

Entremos en las instituciones de y para ciegos. Los profesionales y técnicos requieren de nuestra ayuda voluntaria, pues el samaritano llena un vacío institucional poniendo aquella calidez que el Espíritu Santo sabe brindar a las relaciones humanas. No vayamos con religiosidad ni ánimo proselitista, sino con el firme propósito de ayudar en lo que se nos indique.

¿Qué podemos ofrecer? ¿qué se espera de un samaritano o voluntario cristiano? Cosas como éstas:
· Acompañar a un ciego hasta su casa
· Ayudarle en la lectura o transcripción de un libro
· Preparar materiales en relieve (mapas, esquemas, figuras geométricas, etc.)
· Realizar actividades recreativas
· Enseñarles a ejecutar un instrumento musical
· Grabar un libro en casettes
· Enseñarles actividades del hogar (cocinar, tejer, lavar ropa, servir la mesa, etc.)
· Transcribir un texto al Braille
· Regalar compañía a un anciano ciego

A través de estas acciones se irá estableciendo una relación que nos conducirá a la evangelización. Primero conquistaremos la confianza de la institución y luego el corazón de los ciegos.

Pero antes que nada inicie el trabajo en su iglesia. Analice qué está haciendo por sus miembros ciegos y disminuídos visuales, comience a orar por ellos y pídale al Señor un plan para servirlos. Haga un compromiso con Jesucristo al respecto y coméntele a su pastor esta inquietud espiritual. Ahora, si usted es el pastor, inste a la iglesia en este ministerio.

A continuación le sugiero un cronograma de acciones para este fin:
1. Sensibilizar a su iglesia sobre la problemática de la ceguera y la discapacidad en general
2. Hacer un llamado al samaritanado
3. Formar un equipo de samaritanos o Mesón
4. Contactar con personas ciegas e instituciones de y para ciegos
5. Realizar un curso de aspectos generales sobre Ceguera
6. Realizar un Curso de Sistema Braille
7. Confeccionar material bíblico y educativo en Sistema Braille
8. Establecer contacto con distribuidores de Biblias y literatura en general, en Sistema Braille
9. Realizar grabaciones en casettes de sermones, enseñanzas, tratados, himnarios y literatura en general, en casettes
10. Confeccionar material bibbliográfico en macrotipos (letra ampliada) para personas de baja visión
11. Integrar a las personas ciegas en los programas de la iglesia
12. Reunirse el Mesón una vez al mes para planificar, evaluar y orar por el servicio realizado
13. Incorporar a hermanos ciegos en el Mesón a objeto de que puedan exponer sus reales necesidades y sentirse integrados

La hermana Lidia Rossi, nos entrega interesantes sugerencias al respecto:
· "A los ciegos les agrada mucho la música. Puedes comenzar un taller donde se enseñe en forma gratuita a tocar distintos instrumentos. ¡El departamento de Alabanza estará gozoso de poder prestar este servicio a la comunidad ciega! Puedes dar a conocer este taller, indicando hora y día, por radios seculares y cristianas, televisión, en la Sede de Ciegos de tu zona, en los colegios de ciegos, etc.
· Puedes comenzar a grabar cassettes con predicaciones cortas presentando a Jesús como Señor y Salvador, con fondo musical y con una voz que previamente el Señor elija para tal fin.
· Distribuye estos cassettes en forma gratuita a los ciegos en la vía pública, en la Sede de ciegos, etc.(no te olvides mencionar día y hora de las reuniones y dirección de tu iglesia)
· Puedes confeccionar tratados en Braille y entregarlos en forma gratuita."

¡A QUEBRANTAR LOS COLMILLOS DEL INICUO!
1.490 años antes de Cristo ya advertía la Sagrada Escritura, con rúbrica de Jehová, que no se debe obstaculizar aún más la vida de sordos y ciegos. Dice Levítico 19:14 "No maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de tu Dios. Yo Jehová". Han pasado casi 4.000 años y aún no aprendemos la lección. Tengo un amigo ciego con estudios de locución que está luchando años por demostrar su capacidad profesional -que la tiene y bastante, pues lo ha demostrado ad honorem- y aún no hay una sola emisora que le contrate, porque es ciego. Los llamados "videntes", porque tenemos ojos para ver pero estamos realmente ciegos, desconfiamos de sus talentos y preferimos la lástima y la limosna deshonrosa, para borrar la culpabilidad que nos provoca esta falta, a la dignificación de un ser humano.

Ya es hora, hermana y hermano, que pongamos fin a esta discriminación, que luchemos como Job por quebrantar los colmillos del inicuo Satanás que tiene sumidas en el egoísmo y la insensibilidad a las personas de este mundo. Tenemos una lucha contra un espíritu de maldad que opera en los hijos de desobediencia, una guerra contra los prejuicios y la ignorancia de una sociedad que valora a las personas por lo que pueden producir y consumir más que por lo que son como criaturas de Dios.

En medio de la prueba Job recuerda: "Me vestía de justicia, y ella me cubría; como manto y diadema era mi rectitud. Yo era ojos al ciego, y pies al cojo. A los menesterosos era padre, y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia; y quebrantaba los colmillos del inicuo, y de sus dientes hacía soltar la presa" (Job 29:15). El justo servía al ciego aportando lo que a éste faltaba, tenía un corazón de padre e inquiría hasta comprender la totalidad del problema. Entonces arremetía contra su origen hasta vencer. He aquí un ejemplo de samaritano que no cesa de luchar por el desvalido hasta completar su obra.

Asímismo deberá hacerlo usted: con corazón altruista, buscar el bien de la persona ciega; actuar con bondad, poniendo en acción toda la misericordia que ha recibido de Dios; ser compasivo pero respetuoso del ciego; dispuesto en todo momento a atender al llamado del servicio; esmerado en su trabajo, como sirviendo al Señor, y siempre generoso en el compartir tanto lo espiritual como lo material. Qué Jesús, el Buen Samaritano de la Humanidad, le acompañe en esta importante misión.

PARA TRABAJAR EN EL MESÓN.
1) Comencemos nuestro trabajo de samaritanado ayudando a las personas ciegas y con problemas visuales. Sigamos el plan que nos propone este capítulo.
2) Hagamos una ficha de cada beneficiario, registrando todos sus datos personales y necesidades de ayuda.


* Según datos de la OMS aproximadamente entre un 10% y 12% de la población de Iberoamérica son personas con discapacidad. Este porcentaje viene determinado por los problemas sanitarios, ambientales, bélicos, de accidentes de trabajo, etc.. En el caso de la ceguera, no existen datos fiables, pero sabemos también por datos de la OMS, que en los países desarrollados, con buena atención y prevención ocular, la deficiencia visual grave está en el uno por mil, entendiendo por tal, una pérdida de visión del 90%; con una pérdida del 80%, la prevalencia se eleva al 1% de la población. Pero todo indica, que en países en vías de desarrollo o en zonas con condiciones adversas, las cifras aumentan espectacularmente y además no es fácil encontrar atención oftalmológica.