sábado, 14 de abril de 2007

PAZ A LOS DISCAPACITADOS


Capítulo IV de "Movidos a Misericordia"
© Pastor Iván Tapia

"Él les respondió: Paz a vosotros, no temáis;
vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro
en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero"
Génesis 43:23



Dice este segundo texto en que nos sale otra vez al camino la palabra mesón: "Y se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. Y dijeron: Ay, señor nuestro, nosotros en realidad de verdad descendimos al principio a comprar alimentos. Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer con nosotros. Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quien haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. Él les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos. Y llevó aquel varón a los hombres a casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos. Y ellos prepararon el presente entretanto que venía José a mediodía, porque habían oído que allí habían de comer pan" (Génesis 43:19-25).

Nos encontramos ahora con unos hermanos muy desconfiados de los hechos y de la generosidad de las invitaciones de José. Él les invitó a casa y tuvieron temor, "decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos" (Génesis 43:18). Me recuerdan a muchas personas frente a la gracia de Dios, entre ellas a las personas que sufren una discapacidad.

LA MEJOR FORMA DE AYUDAR.
Las personas discapacitadas han sido tratadas por la sociedad sucesivamente como sujetos monstruosos o imperfectos que debían ser eliminados, luego dignos de lástima y protección y actualmente como personas, al menos en teoría, que merecen ser integrados en la sociedad y en todos sus esquemas de funcionamiento. Ellos hoy se organizan y luchan por una postura igualitaria en la sociedad. El discapacitado no podía ser sacerdote ni ejercer en el judaísmo ninguna función religiosa (Levítico 21:18). Cristo puso al ciego, al sordo, al discapacitado motriz en posición de ser personas amadas por Dios y cumplir una función en la Iglesia. El ciego del Evangelio comenzó a anunciar el amor de Dios y lo que el Salvador había hecho por él (San Juan 9:24-34).

Quien es ayudado, muchas veces lo recibe con desconfianza ¿por qué? Porque no siempre ha sido ayudado en la forma correcta. Dar una limosna en la puerta de un templo no es la mejor forma de ayudar a un discapacitado sino, como lo hicieron Pedro y Juan en la Hermosa, entregarle lo que poseemos, el tesoro que llevamos dentro, el Evangelio de Jesucristo. "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda"(Hechos 3:1-10).

Los discapacitados no gustan de acercarse mucho a las personas que pretenden ayudarles o bien se acercan de una manera inapropiada, con agresividad o con la actitud del que pide una limosna. Ellos no quieren ser más humillados sino respetados por lo que son y valen. La desconfianza pervive en muchas personas discapacitadas porque durante siglos se les ha tratado como inferiores, no se les ha integrado, han servido como justificación a las conciencias sucias y han sido utilizados para satisfacer intereses personales. Muchos intentan limpiar sus conciencias "ayudando" a un discapacitado. Eso no es amor genuino, no es misericordia sino sólo una utilización del dolor. Otros comercian con el sufrimiento y, lo que es peor de todo, pretenden engañar a Dios. Los discapacitados son antes que nada personas, merecen nuestro respeto y tienen un lugar que ocupar en la Iglesia y la sociedad. Démosles el lugar que les corresponde.

El mesón nos indica la correcta forma de recibir el don de Dios. Los hermanos de José tenían miedo de lo que estaban recibiendo gratuitamente. ¿Cuántas personas no tendrán miedo de una salvación gratuita que deje fuera la propia iniciativa? El otro día alguien me decía es imposible, Dios no puede regalar la salvación, eso es una ridiculez, la salvación hay que ganársela, eso es muy fácil. Pero Dios no da lugar para el orgullo humano en su plan. Él sólo admite la fe como entrada a esa salvación, pero una fe que no es humana sino que viene a través del oír. Nada más pasivo que el escuchar y Dios ha provisto esta manera para que accione la fe en nosotros. La Palabra de Dios dice "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios" (Romanos 10:17). Para el ser humano es más fácil esforzarse por conseguir algo que quebrantar su orgullo y acceder humildemente al regalo de Dios.

Los hermanos de José se portaron en forma honesta y quisieron devolver lo que no les pertenecía. Muchos piensan que la salvación no les pertenece porque no se la merecen Esto es verdad, el ser humano no se merece la salvación porque ha actuado contra los mandamientos de Dios. Pero Él nos ha regalado la salvación aunque no la merezcamos. No necesitamos hacernos merecedores de esa salvación. Dios nos la ha regalado porque nos ama. ¿Se ha preguntado usted alguna vez me merezco esta salvación? No, la salvación no se merece. Dios nos va a dar entrada en el cielo no porque nos hayamos portado bien o mal; sencillamente porque hemos creído a su mensaje. La tendencia humana es pensar que los que se han conducido bien recibirán el cielo y los que se han conducido mal el infierno. Esto es una ley de pórtate bien y tendrás premio, pórtate mal y tendrás castigo una ley de premio y castigo. No es así. La entrada al reino de Dios es la fe, Cree que Jesús te da la salvación y serás salvo. Pero el resto de tu vida, entrega tu vida al Señor, obedece a sus mandamientos y permite que el Espíritu Santo te transforme.

El mesón nos indica la necesidad de dar paz a los discapacitados. Paz a vosotros les dijo el mayordomo de la casa de José. Iguales palabras pronunció Jesús a sus discípulos cuando se les apareció resucitado. Paz significa tener ninguna culpabilidad, una conciencia limpia y en paz frente a Dios. Debe haber una relación de paz entre tu conciencia y Dios. Una conciencia en paz es fruto de la correcta relación con Dios. Paz a vosotros nos dice el Señor. El nos ha regalado la salvación y nos ha perdonado. Sintámonos en paz. Dice la versión popular DHH: "Así pues, libres ya de culpa gracias a la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Romanos 5:1). Paz en la conciencia. Pero ¿cuántos han conquistado realmente la Paz? ¿Acaso no hay muchas personas que aún no tienen la Paz verdadera? Muchos discapacitados no tienen paz en sus corazones porque sienten que la vida les ha jugado una mala pasada. Requieren de una urgente evangelización. Ellos necesitan reconciliarse con sus padres y consigo mismos, con la sociedad y, en primer lugar, con Dios. Nuestra tendencia como seres humanos, cuando vivimos una mala experiencia, es buscar culpables. Tendemos a buscar al culpable, al chivo expiatorio, culpamos de nuestras desgracias a los que nos rodean, a nosotros mismos, a la vida y a Dios. Es fundamental y prioritario "ponerse en la buena con Dios", reconciliarse con Él, nunca más buscar culpables de nuestras desventuras.

El Señor Jesucristo les dice "Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales", este ha sido un regalo de Dios para ustedes, no se sientan temerosos ni culpables. Donde hay amor no hay temor. El amor echa fuera el miedo. Señor: los discapacitados no deben sentirse culpables sino muy acompañados por Ti. Los hermanos de José eran como los discapacitados, su culpa los hacia incapaces de recibir el amor de su hermano. ¿Cuántos de nosotros no aceptamos el don de Dios porque en el fondo llevamos una culpa o creemos tener una culpa?

El mesón nos indica como cuidar el don de Dios. Después de recibido el regalo hay que cuidarlo, esto es apreciarlo, observarlo, conocerlo, actuar conforme a lo que hemos recibido. Imagine usted que le han regalado una hermosa joya, ¿la guardaría en una caja fuerte y jamás la llevaría? No, ciertamente usted la usaría, la cuidaría y la exhibiría. Veamos otro ejemplo Le han regalado un auto 0 kilómetros, un carro de muy buena marca, que alcanza grandes velocidades, y además es muy bello. Usted lo dejaría en su garaje y jamás pasearía en él ¿Acaso no compartiría con sus seres queridos el vehículo y hasta con satisfacción lo mostraría a sus vecinos? Eso es lo normal. Lo normal es que, si he recibido el regalo del perdón y la salvación eterna, quiera compartir esa experiencia con otros, desee que otros la tengan y que actúe como un buen cristiano conforme al regalo que he recibido.

Los hijos de Jacob, prepararon un presente ¿Cuál es nuestro presente para el Señor? La alabanza, la eterna gratitud, el ayuno, la oración, una vida correcta, procurar cumplir su mandamiento de amor. No es que vayamos a ganarnos la salvación por habernos portado bien sino que agradecemos con una vida cambiada lo que él ha hecho No podemos comprar la salvación ni tampoco al Dios de nuestra Salvación pero si podemos brindarnos a Él como un presente de gratitud. Las oraciones de los cristianos se muestran en Apocalipsis 8:1-5 como un perfume delante de su trono.

DAR, RECIBIR Y CUIDAR EL DON DE DIOS.
Podemos concluir que la desconfianza de los discapacitados nace de una incorrecta forma de ayuda de parte de los llamados "normales". Hay un miedo a recibir ayuda y entre estos miedos está el temor al regalo de la salvación; la desconfianza y el natural orgullo humano obstaculizan el proceso de conversión. Es preciso saltar esta barrera llamando su atención sobre el relato evangélico de la relación de Jesucristo con las personas discapacitadas y la alegría de la salvación gratuita, el don de Dios que les traerá paz a sus conciencias. En forma espontanea surge nuestro presente al Señor, que es la gratitud, la alabanza y la entrega absoluta a Él.

Del análisis de los textos de este capítulo de Génesis, podemos concluir que el Mesón es un lugar de conversión donde aprendemos la correcta forma de recibir el don de Dios, la necesidad de dar paz a los discapacitados y como cuidar el don de la salvación. En el Mesón los discapacitados aprenden a confiar en Dios y en el hermano que desea ayudarles. Los samaritanos, por su parte, aprenden la correcta manera de ejercer misericordia. Finalmente los discapacitados pueden transformarse también en buenos samaritanos de su prójimo.

En el Mesón se aprende el Amor de Dios y las claves del espíritu de servicio: altruismo, bondad, compasión, disposición, esmero, fidelidad y generosidad. Mas, para llegar a tal desarrollo, es preciso vivir un entrenamiento que promueva esos aprendizajes, estableciendo primeramente al cristiano sobre el fundamento de la vida espiritual (fe, paz, amor y esperanza) y adquiriendo las herramientas básicas del cristiano (oración, ayuno, alabanza y meditación de su Palabra).

PARA TRABAJAR EN EL MESÓN.
1) Sabemos que somos inmerecedores del amor de Dios, pero que Él, a pesar de eso, nos ha regalado el más precioso de los tesoros: la salvación en Cristo Jesús y todos sus efectos. ¿Ha sentido usted alguna vez la imposibilidad de aceptar o recibir algo de su gracia? Coméntelo con otros hermanos o samaritanos.
2) Cuente cual ha sido su experiencia al ayudar a personas con discapacidad.
3) Abra un archivo que reuna información de periódicos y revistas, sobre los discapacitados y sus luchas.
4) ¿Le agradaría a usted colaborar para que las personas discapacitadas recibieran el don de Dios, alcanzaran la paz y aprendieran a cuidar su salvación?

sábado, 10 de marzo de 2007

LA PRIMERA LECCIÓN DEL MESÓN.



Capítulo III de "Movidos a Misericordia"
© Pastor Iván Tapia

"Y ellos pusieron su trigo sobre sus asnos,
y se fueron de allí.
Pero abriendo uno de ellos su saco
para dar de comer a su asno en el mesón,
vio su dinero que estaba en la boca de su costal."
Génesis 42:26,27.



Estamos aquí frente a una de las más hermosas narraciones de la Biblia. La historia de José es una historia de amor filial y de absoluta confianza en la providencia de Dios. Al leerla somos impactados por la actitud mezquina y envidiosa de sus hermanos, que lo venden a unos mercaderes y nos emocionamos con la generosidad y los gestos de perdón de José, al recuperarlos. Ha logrado este personaje tal sabiduría que les exhorta "no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros" (Génesis 45:5). Es admirable la visión que ha alcanzado del plan de Dios; él está por encima de las circunstancias y ve la voluntad del Señor de la Historia por sobre los detalles tristes o desagradables de la existencia humana. "Así, pues - les dice -, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador de toda la tierra de Egipto".


Cuando lo vendieron sus hermanos, comenzaron las peripecias de este hijo de Jacob. Todos sus sufrimientos como esclavo, exiliado de la patria, tentado por la esposa de su amo Potifar, la cárcel injusta, más su natural inteligencia, su capacidad de interpretar sueños, habilidad administrativa y corazón honesto, que jamás abandonó la fe de sus padres, le forjaron como un hombre confiable, merecedor del cargo de mayordomo y luego de primer ministro en el palacio de Faraón.


Para lograr tal confianza del gobernante y, por tanto, de Dios, tuvo que ser ante todo obediente y fiel en encargos menores, que él cumplió con esmero. Una correcta relación con nuestro Creador nos conduce a valorar cada talento, don y responsabilidad recibida en esta vida, por pequeña que sea. Jesús le dice al mayordomo: "Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más" (San Mateo 25:21, Biblia Dios Habla Hoy). Muchos cristianos ubican fuera del ámbito de la fe la puntualidad, el cumplimiento de encargos, la palabra empeñada, la responsabilidad en el trabajo y toda cosa práctica que tenga relación con la vida diaria, como si todo aquello no tuviera importancia para el Señor y al cual sólo le importase la piedad y la evangelización. Pues, la vida de José nos enseña, entre otras cosas, cuan importante ha sido en la historia de la fe, historia que aún no ha concluido, el fiel cumplimiento de los pequeños encargos de Dios, los cuales, la mayoría de las veces, son recibidos por medio de hombres y no de voces angélicas ni revelaciones sobrenaturales.


SIMILITUDES DE JOSÉ CON JESÚS.
El capítulo 42 del Génesis narra el encuentro de José con su familia, en tiempos de hambruna en Canaán. Jacob, teniendo noticia que Egipto disponía de los alimentos que su familia necesitaba, dijo a sus hijos que descendieran allá y compraran o, de lo contrario, morirían de hambre. Venían al país del Nilo compradores de distintos lugares a comprar el trigo que diligentemente había ordenado almacenar el ministro José. Este capítulo nos enseña el arrepentimiento de los hermanos de José y el perdón y la generosidad de éste. En cierto modo, José es un tipo de Jesucristo en el Antiguo Testamento. Tal como José perdonó y devolvió el dinero a sus hermanos y les dio alimentos gratuitamente, Jesucristo lo hace con los cristianos, sus hermanos menores.


Jesús nos perdona así como lo hizo José con sus hermanos. El amor que José sentía por sus hermanos era fruto de su fidelidad a Dios. Él había sido capaz de perdonarles al llegar a comprender sus motivaciones y la debilidad de sus corazones. Como nuestro Padre Celestial, ejerció gracia sobre sus hermanos. Nuestro Hermano mayor, Jesucristo (Romanos 8:29), también perdonó todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros, ya que su sangre nos limpia de todo pecado (1 San Juan 1:7) y nos regaló la salvación eterna.


Jesús nos regala la salvación tal como José no aceptó pago por el trigo. Notemos que José devolvió el dinero pagado por sus hermanos por la compra del trigo; no aceptó un pago o sacrificio de ellos. Tampoco Cristo acepta pago alguno del ser humano, por su salvación, puesto que ésta es un regalo de Dios, una dádiva generosa de su Amor. Ninguna obra humana puede comprar la salvación pues nuestras obras siempre encierran, en alguna medida, algo de nuestra debilidad, producto de una naturaleza caída. Es imposible agradarle fuera de la fe en Cristo, don que proviene de Él. Las obras son nada más que un resultado de la obra de Cristo en la cruz del Calvario. Sí devolvió Jesús algo a sus hermanos: nos restauró a la imagen original como hombres y mujeres nuevos.


Cristo nos alimenta como José alimentó a sus hermanos. Como en la historia de Israel, en la vida cristiana se suele vivir tiempos de hambre, plagas y necesidad. En esos casos los cristianos nos movilizamos y solidarizamos los unos con los otros. Esto puede ser tanto a nivel material como en caso de hambre, sed, soledad o frío espiritual. Por último, tal como José les dio "comida para el camino" (Génesis 42:25), nuestro Maestro nos ha dado su Palabra para tomar nuestra porción diaria.

EL REGALO DEL HERMANO MAYOR.
La palabra y el concepto de mesón es una señal en la Biblia. Recién en el mesón los hermanos de José se percataron que el dinero les había sido devuelto y no lo comprendieron. Esta es la primera vez que aparece la palabra "mesón" en la Biblia. El texto dice: "Pero abriendo uno de ellos su saco para dar de comer a su asno en el mesón, vio su dinero que estaba en la boca de su costal." (Génesis 42:26,27). Cuando el hermano de José abrió su costal, encontró la devolución del dinero pagado por el trigo. En ese instante quedó demostrado el amor de José por sus hermanos. Este hecho podría haber acaecido en el desierto bajo una palmera, en un campo sembrado o frente al palacio; mas sucedió en el mesón, el lugar de descanso de los peregrinos, el lugar de acogida para el que está cansado y con hambre, una instancia donde el ser humano se relaja y tiene un encuentro con su interioridad, un lugar de intimidad donde, en el mejor de los casos, se encuentra con Dios en la oración.


La palabra "mesón" no está ociosamente ubicada en este lugar sino que es una antorcha que ilumina el significado de aquellos acontecimientos que relata. Como en una pintura el paisaje de fondo revela el carácter del personaje retratado o en un film la tormenta sirve de marco psicológico para la acción representada; aquí el mesón subraya el sentido profundo del hecho: "vio su dinero que estaba en la boca de su costal". Para ellos es incomprensible el hallazgo y más bien desconfían y temen. Para nosotros es una demostración del perdón, amor y generosidad de José.


El mesón señala la gratuidad del don de Dios, más tres aspectos que le son afines: el arrepentimiento necesario para aquilatarlo y recibirlo; el perdón absoluto de Dios y su enorme generosidad. Este mesón señala la Gracia de Dios al ejercer su juicio sobre su Hijo Jesucristo y perdonarnos nuestro pecado. Dios en forma totalmente gratuita nos regala la salvación. ¿Qué exigió José de sus hermanos? Nada. Todo lo contrario, jugó un poco con ellos, quiso que sintieran un poco el dolor que él había experimentado para que el arrepentimiento hiciera su obra en ellos. Esta gratuidad se expresa de tres formas: el perdón, el arrepentimiento y la generosidad.
El mesón señala el perdón de Dios, su Amor que cubre multitud de pecados y es más fuerte que el juicio.


El mesón señala el arrepentimiento. José fue generoso con sus hermanos, pero era preciso que ellos recapacitaran sobre tan vil acto cometido y se arrepintieran genuinamente de su pecado. Era necesario que en alguna medida experimentaran lo que él había sufrido injustamente. La actitud de los diez hermanos de José fue de sumisión y arrepentimiento; inclinaron sus rostros ante la autoridad de José, sin aún reconocerle como su hermano, se humillaron, le trataron de señor y se identificaron como siervos. Tuvieron un auténtico cambio de actitud.


El mesón señala la generosidad de Dios. José estaba tan emocionado con este reencuentro con sus seres amados, que se apartaba y lloraba. Su corazón era lleno de amor, misericordia, perdón y generosidad para sus hermanos. Recordó sus sueños de juventud referente a ellos: "los manojos que se inclinaban ante su manojo"(Génesis 37:5-10) o aquel en que "he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí" y la rabia de sus hermanos: "¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?/ Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto". José les reconoció de inmediato pero calló y ordenó devolverles su dinero, que llenaran sus sacos de trigo con su dinero y le diesen comida para el camino.

UN MESÓN PARA LOS DISCAPACITADOS.
Del análisis de los textos de este capítulo de Génesis, podemos concluir que un Mesón es un lugar de encuentro con Dios; una instancia de perdón, arrepentimiento y generosidad. En el mesón las personas discapacitadas encuentran, junto a los samaritanos, la gracia y no el juicio de Dios. En el mesón, los discapacitados no sólo conocen el Amor perdonador del Señor, sino que también deben aprender las claves del arrepentimiento. Allí experimentan el cambio de una actitud rebelde a una verdadera sumisión al Señor, sujeción al Cuerpo De Cristo, un traslado de Reino y el paso de una existencia egocéntrica a una vida en que Cristo es el centro. Y sobre todo, en el mesón descubren una instancia de generosidad cristiana, la misericordia de Dios.

PARA TRABAJAR EN EL MESÓN.
1) ¿Ha vivido alguna vez la experiencia de perdonar a un ser querido por una falta grave contra usted? ¿Cómo fue esa experiencia y cuáles fueron sus sentimientos al respecto?
2) ¿Por qué cree usted que es importante para el cristiano, el cumplimiento de los pequeños encargos? ¿Qué repercusión pueden tener en el desarrollo espiritual? (Lea San Mateo 25:21).
3) Haga un esquema comparativo entre la personalidad de José y la personalidad de Jesús.
4) José no aceptó a sus hermanos pago por el trigo. Analice esta idea pensando en el trabajo que desarrolla un samaritano (voluntario cristiano) por las personas en necesidad. Dad de gracia lo que por gracia recibisteis.
5) ¿Qué subraya la palabra "mesón" en el texto estudiado (Génesis 42:26,27)?
6) Ore por todos los hermanos de su iglesia, que sufren alguna discapacidad sensorial, física o psíquica.

viernes, 12 de enero de 2007

SECRETOS DE UNA PALABRA





Capítulo II de "Movidos a Misericordia"
© Pastor Iván Tapia

"Lámpara es a mis pies tu palabra,
Y lumbrera en mi camino"
Salmo 119:105


Cuando Jesucristo crea y narra la Parábola del Buen Samaritano, lo hace tomando elementos usuales para los peregrinos de su época que, ya sea por causa de trabajo, razones familiares o religiosas, debían trasladarse a otra ciudad a través de lugares desiertos o a lo menos deshabitados y peligrosos. Tal es el caso de este hombre que "descendía de Jerusalén a Jericó" (San Lucas 10:30). En ese intervalo los viajeros eran sorprendidos por la noche y requerían de un lugar que les sirviese de alojamiento y descanso, donde encontrasen alimento para ellos y sus animales. En estos casos el mesón era tan imprescindible para los caminantes, como lo es hoy para un turista un hotel, motel u hostal junto a la carretera.


Nada es capricho en la Palabra de Dios, revelación inspirada de su eterna voluntad e infinita sabiduría. El detalle del mesón no está dado al azar por Jesús ni es solamente una pieza circunstancial de este relato. Está puesto allí porque algo quiere transmitirnos. Al darnos el Maestro el ejemplo del buen samaritano, con todos los detalles que esta fábula implica, aporta unas claves que podrán ser desentrañadas, con el devenir de los siglos, por inspiración del mismo Espíritu que las creó.


Por eso su Revelación parece siempre nueva. No es que añadamos al sagrado texto nuestras propias interpretaciones o que mañosamente la manipulemos a nuestro antojo, sino que en ella hay tal riqueza - pozo insondable de conocimientos, mina inagotable de verdades- que pareciera un manantial de agua siempre fresca. No es nuestra misión crear nuevas teologías sino traer a la luz mensajes que la mano divina ha depositado en su Palabra como otra señal de su infinita ciencia. Y la presencia del mesón en esta magistral parábola tiene mucho que decirnos.


Discrepo, en la interpretación de sus parábolas, con aquello de no intentar ver el significado de cada detalle y sólo preguntarse ¿Qué idea principal me quiere comunicar esta parábola? Es verdad que toda parábola tiene un centro de atención y que cada detalle gira en torno a ese mensaje central. Pero también son importantes los detalles, sobre todo si se trata de un ejemplo entregado por el Maestro de maestros. Sólo es preciso interpretarlos a la luz del mensaje global de la Biblia y jamás perder de vista las doctrinas teológicas fundamentales que nos sustentan.


Por ejemplo, estaríamos muy descaminados si, a partir de la Parábola del Buen Samaritano concluyésemos que nuestra salvación se basa en las buenas obras, no importando la sana doctrina de la justificación por la fe en Cristo. Nunca fue el propósito de Jesucristo, en esta enseñanza, señalarnos que los seres humanos se salvarán por su comportamiento, no importando la doctrina, sino más bien amonestarnos a ser mejores que los paganos, actuando en amor con el que sufre. Es una vergüenza para la Iglesia que personas que ostentan unas creencias falsas o distorsionadas de la verdadera fe cristiana, actúen con más amor y compromiso que quienes aseguramos llevar el Espíritu de Amor en nuestros corazones. El ejemplo del samaritano estaba destinado a avergonzar a los judíos y provocar en ellos el arrepentimiento, un profundo dolor por no hacer lo que Dios pide y, por tanto, cambiar de actitud para con su prójimo; "Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos" (Oseas 6:6).

NIVELES DE INTERPRETACIÓN.
Los detalles, decíamos, son importantes. Tómese por ejemplo otra historia de Jesús, la Parábola del Siervo que no Perdonó (San Mateo 18:23-35). Cuenta esta historia que un rey quiso hacer cuentas con sus siervos o criados y los llamó para ponerse al día. Comenzado este balance, le fue presentado un deudor, al cual ordenó pagar su deuda a costa de la venta de todos sus bienes, incluyendo mujer e hijos. El servidor suplicó piedad con tal congoja que el señor fue movido a misericordia y le condonó su cuenta. Mas el siervo no actuó así con el compañero que le debía, a pesar de que le pedía paciencia, y lo echó a la cárcel. Acusado por sus consiervos, debido a este acto de poca humanidad, el rey le castigó.


No podemos conformarnos con colegir de este texto exclusivamente que nuestro deber es perdonar toda deuda, sea esta material o de otra índole, como lo hizo aquel amo con su sirviente. Esta sería la primera conclusión, por cierto muy importante, y que corresponde a una interpretación directa, por llamarla de forma sencilla.


Es evidente que cada personaje y cada detalle del relato, nos entrega a un nivel hermenéutico un poco más profundo, la historia de la salvación humana. En la parábola hay un rey, como nuestro soberano Señor, que nos pide en determinado momento de la vida cuenta de nuestros actos. En el monte de Sinaí, Moisés recibió el Decálogo, que son los diez principios morales de conducta que rigen a nuestra civilización judeocristiana y a todo ser humano con conciencia. Ante esa Ley todos nos encontramos culpables, merecemos el juicio, la condena y el castigo; pero ante nuestro desesperado arrepentimiento, Dios es movido a misericordia. Señal de ese gran amor por los seres humanos, es la cruz del Calvario. Él nos ha perdonado de todas nuestras maldades. Sin embargo, a pesar de haber recibido ese amoroso perdón, muchas veces nosotros no somos capaces de perdonar al hermano que nos ofende. ¿Quiénes somos nosotros para negar el perdón?


Esta segunda lectura juega con los elementos como símbolos de otra realidad, requiere de una mayor clarividencia del lector pues éste debe ser capaz de establecer un paralelo entre los elementos concretos y hechos ficticios de la parábola (señor, siervo, balance, deudas, perdón) con los elementos concretos y abstractos de la historia de la salvación. Luego podrá llevarlo a nivel personal y evaluar qué tanto está perdonando, esto es aplicando la enseñanza de la parábola.


Llama la atención la expresión "movido a misericordia", idéntica a la utilizada en la Parábola del Buen Samaritano. De allí, de esa relación entre dos textos, surge un nuevo nivel de interpretación. Y así podríamos continuar. La palabra de Dios es más profunda y con más niveles de lectura, que la mejor obra de literatura universal. Pero, para su correcta interpretación, el lector requiere de la asistencia del Espíritu Santo que la inspiró.


Esta parábola es la respuesta a una pregunta concreta planteada por uno de los discípulos de Jesús. Pedro preguntó al Maestro "¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?" Y la respuesta de Jesús fue muy clara: "No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete" (San Mateo 18:21-22). Esto es una infinita cantidad de perdón para el que nos hostiga, daña, molesta, perjudica o hace cualquier tipo de mal. La enseñanza no es antojadiza, obedece a un plan del Maestro y a las necesidades de los alumnos. El Señor prefirió contar un cuento que encerrara todos los principios que involucra el perdón, utilizando imágenes potentes que impactaran la imaginación y la memoria de los oyentes e interpelaran a sus conciencias; una enseñanza metafórica o simbólica que permitiera muchos niveles de lectura a través de las edades, de acuerdo a la cultura, psicología, formación, sensibilidad y experiencias de lectores y oyentes. También nos dejó a los predicadores una tarea no menos sencilla, cual es la de transmitir, de acuerdo al lenguaje e intereses de la época, el verdadero mensaje fundamental de su enseñanza. Los ministros tienen el deber de estudiar diariamente, con oración y acopio de información sobre el contexto cultural, histórico, geográfico como lingüístico; la Palabra de Dios, para alimentar a su pueblo y evangelizar al mundo.


Una buena interpretación del mensaje divino conduce inevitablemente a un cambio de actitud de los oyentes. La prédica no es sólo una exposición de verdades teológicas sino que también contiene el consejo del Espíritu Santo y las medidas prácticas o el modus operandi para hacer concreta en la vida de cada cristiano esa enseñanza. Así, en el caso de la Parábola Del Siervo Que No Perdonó, el maestro podrá argumentar sobre la falsedad de algunos dichos populares que dan una incorrecta apreciación del perdón y luego entregar un listado de sugerencias con clave nemotécnica para desarrollar la capacidad de perdonar.

UNA EXPLORACIÓN BÍBLICA
Al revisar las Sagradas Escrituras en búsqueda de la palabra mesón y sus sinónimos o lo que pudiese cumplir una función similar, encontramos escasas pero significativas referencias a este lugar de descanso de los peregrinos del desierto. Estos pasajes, en que de alguna manera se hace referencia al sitio de descanso, son, a nuestro juicio, señales que el Espíritu Santo dejó en su Palabra como desperdigados mojones para señalarnos una ruta que conduce inevitablemente al evangelio de la Parábola del Buen Samaritano. Culmina este sendero en la enseñanza de Cristo. A través de esos textos, a nuestro juicio, Dios quiso señalarnos importantes principios sobre la Iglesia como una comunidad de servicio y las necesidades de los cansados y afligidos peregrinos de este mundo, esto es la iglesia como mesón.


Antes de continuar con nuestra exploración bíblica en torno al término, echemos una mirada a la definición que nos entrega el Diccionario Bíblico acerca del mesón: "Posada o alojamiento, en algunos casos eran simplemente parajes en donde las caravanas acostumbraban detenerse por la noche, situados a distancias convenientes para hacer una jornada completa entre dos de ellos. Preferíanse para este objeto sitios que tuvieran agua en sus inmediaciones, pero no siempre tenían edificios. En esos parajes se construían algunas veces khans u hosterías. Estas eran, y son todavía, grandes edificios con cuartos para los viajeros, y establos para las bestias, alrededor de un patio descubierto, en el cual se ponía una fuente si ello era posible; pero los caminantes debían llevar consigo sus provisiones. En uno de esos establos fue quizá donde nació nuestro Salvador, si ya no fue en la cueva tradicional. En Lucas 10:34 se hace mención de otra clase de mesón, a cargo de un mesonero a quien probablemente se le pagaba por los servicios que prestara a los viandantes, así como por las provisiones y pastos que les proporcionara para sí y para sus animales."


El mesón es un lugar para pasar la noche, para descansar; un lugar de protección; para alimentarse y alimentar a los animales; para reponerse del cansancio y, en ocasiones, un lugar de sanación.


Ahora sí sigamos la pista que nos entregan estos pasajes y escudriñemos el mensaje que esconde para los cristianos de hoy y para todo samaritano.

PARA REFLEXIONAR EN EL MESÓN.
1) Piense en los trayectos rurales y urbanos que hacen los actuales peregrinos o los trabajadores de regreso a sus hogares. ¿Se ha visto usted alguna vez en peligro de ser asaltado? Cuente su experiencia.
2) Observe en un mapa bíblico la distancia entre Jerusalén y Jericó.
3) ¿Qué le dice a usted en forma muy personal la Parábola del Buen Samaritano?
4) ¿Es su casa un mesón para peregrinos agobiados? ¿Es su iglesia un mesón?
5) Haga una interpretación de los siguientes símbolos en la Parábola del Siervo que no Perdonó: señor, siervo, balance, deudas y perdón.