martes, 16 de diciembre de 2008

LA CONFRONTACIÓN DE JEREMÍAS

"Movidos a Misericordia"
Capítulo IX
"¡Oh, quién me diese en el desierto
un albergue de caminantes,
para que dejase a mi pueblo,
y de ellos me apartase!"
Jeremías 9:2

En los días de Jeremías ocurrieron cinco hechos importantes: la Batalla de Meguido, la Batalla de Carquenis, la segunda invasión de Babilonia y la tercera y última invasión de Nabucodonosor. En esos tiempos había una gran competencia entre las naciones para adquirir la supremacía mundial. Las 3 naciones poderosas eran Egipto, Babilonia y Asiria con capital en Nínive, las cuales serían vencidas por Ciro el rey persa. Luego éste sería vencido por el griego Alejandro y éste finalmente por los Césares romanos.
En el 586 a.C., con la invasión de Nabucodonosor, el Templo fue destruido, Jerusalén quemada y todo el pueblo exilado. Destruida la potencia asiria, la supremacía pasó nuevamente a Babilonia convirtiéndose en capital del Imperio neobabilónico, que dominó sobre Mesopotamia y Siria-Palestina. Nabucodonosor II (605-561 a C., siglo VII y VI a C.), hijo de Nabopolasar, destruyó la ciudad de Jerusalén y el Templo de Salomón, y se llevó a los judíos en calidad de cautivos a Babilonia.
El profeta Jeremías vivió en esta época tan triste de la historia del pueblo hebreo, en que el reino del sur o Judá fue llevado por Nabucodonosor a la cautividad en Babilonia. Jeremías quedó en Jerusalén y escribió con autoridad en cuanto a la seguridad del juicio de Dios sobre un pueblo pecaminoso como también de la grandeza del amor de Dios.

PRESENTACIÓN DE JEREMÍAS
El profeta Jeremías es uno de los profetas anteriores al destierro, junto con Amós, Oseas y Isaías. Nació el año 650 a.C., en Anatot, a 5 Kms. al norte de Jerusalén. Vivió en los últimos días del reino de Judá (fines del siglo VII y principios del VI a.C.), no cesó de advertir al pueblo sobre la catástrofe que se veía venir sobre la nación por causa de su pecado e idolatría. Le tocó presenciar los dos sitios y capturas de Jerusalén, a ocasión fue testigo de la destrucción de la ciudad y el templo, con la consiguiente deportación del rey y una gran parte de la población. Pero también predijo el regreso de la cautividad y la restauración de la nación.
Jeremías no fue un profeta popular. Al contrario, padeció una oposición que llegó hasta la violencia, pues su misión de reconvenir al pueblo y anunciarle el desastre que su desobediencia le acarrearía, no era bien recibida por la gente. Para él mismo, hombre sensible que amaba ardientemente a su pueblo, tampoco era esto cosa agradable, lo cual le ocasionó una lucha interior de la cual habla conmovedoramente en varios pasajes. Pero la palabra de Dios era como un fuego que devoraba su corazón, y de ningún modo podía callarla: "Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo y no pude" (Jeremías 20:9).
Todo lo que tenía algún valor fue transportado a Babilonia. Y sólo quedó un miserable resto alrededor de Jerusalén. Jeremías, que habría podido seguir, honorable y confortablemente, a los ricos hasta Babilonia, se quedó con los pobres en Palestina.
Había presenciado la caída de Nínive el año 612, vio la caída de Jerusalén y la partida de su pueblo al destierro el año 587. Una parte de aquellos que se habían quedado en Palestina no hizo caso de sus consejos y fue a refugiarse a Egipto. Jeremías no tuvo más remedio que seguirlos y fue asesinado por ellos. Su incesante llamamiento para volver hacia Jehová lo hizo un personaje insoportable.
Parece que Jeremías, en medio de los peligros y las calamidades, llegó a profundizar el sentimiento religioso de Israel. Sus relaciones con el Señor son más personales que las de sus predecesores. No es ya solamente Israel el que habla con Jehová; ni siquiera es ya un israelita el que lo hace: se trata ya simplemente de un hombre que habla con Dios. Parece también que Jeremías tuvo amplia conciencia de ese ensanchamiento humano de su religión. Para él, el judaísmo puede transformarse en una religión universal. El Dios de Israel puede ser el Dios de todos los hombres.

LLAMADO DE JEREMÍAS
Jeremías significa "Yavé llama o exalta". Dios llamó a Jeremías desde antes de nacer ("antes de que tu salieses del seno materno"... "te conocí antes de que te formara en el vientre") "para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar" (ver Jeremías 1:4-10). Como el Bautista, en San Lucas 1:15 ("...y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre"), Jeremías fue consagrado "antes de nacer".
El profeta nació durante el reinado de Manasés, el que aserró a Isaías; y comenzó a profetizar 60 años después de Isaías. Se ha dicho "si Isaías es el príncipe de los profetas, Jeremías es el profeta de los contrastes". Es un hombre que llora por la condición espiritual de su pueblo, por las abominaciones de Judá; "... en secreto llorará mi alma a causa de vuestra soberbia; y llorando amargamente se desharán mis ojos en lágrimas, porque el rebaño de Jehová fue hecho cautivo" (13:17); "Derramen mis ojos lágrimas noche y día, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de plaga muy dolorosa" (14:17) y "Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy, espanto me ha arrebatado./ ¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo?" (8:21-22).
Jehová entregó una misión profética a Jeremías, advirtiéndole que sería para su pueblo "como ciudad fortificada, columna férrea, y muro de bronce" para decir siempre la verdad y luchar contra la maldad, sin miedo a nadie ni a nada (1:18). Jeremías respondió de forma muy diferente a Isaías, quien enseguida dijo: "Heme aquí, envíame a mí". Jeremías, en cambio, puso dos obstáculos al Señor, lo mismo que Moisés, "no se hablar" y "soy un niño" (Jeremías 1:6). A pesar de esa actitud de temor inicial, estos siervos de Dios cumplieron las misiones encomendadas con perseverancia, amor y valentía, hasta dar sus vidas por ello.

¿QUÉ ES UN PROFETA?
Pero antes de continuar veamos qué se entiende por profeta. "el término hebreo traducido así parece significar uno que derrama o vierte... las comunicaciones recibidas de Dios. Otros dos términos hebreos que significan veedores o videntes, se aplican a menudo a hombres que han recibido esa comisión. En la Biblia española el significado general de la palabra profeta, que se ha tomado del griego, es uno que habla en lugar de otro, especialmente uno que expresa la voluntad de Dios. así a Abraham se le llama profeta y a Aarón el profeta de Moisés, por ser su intérprete. El significado especial pero más frecuente de la palabra, es uno que dice los acontecimientos futuros.
Los griegos daban a sus poetas el nombre de profetas o intérpretes de las musas, y en ese sentido Pablo aplica el término al poeta Aratus (Tito 1:12).
En la iglesia apostólica los profetas eran una clase de hombres y mujeres que habían recibido dones sobrenaturales y ocupaban un lugar cercano al de los apóstoles (1 Corintios 12.28). Como la función del maestro es discernir y enseñar la sana doctrina; del pastor guiar con criterio de padre a la familia de Dios procurando su bienestar y unidad; del evangelista anunciar al mundo la verdad de Jesucristo y ser la "boca" del Cuerpo de Cristo, la función del profeta es ser los "ojos" y tener la visión proyectiva de la Iglesia. Evidentemente el apóstol, además de ser un experto constructor de iglesias, arquitecto del Reino, posee todas las capacidades de los otros ministros. Los doce hicieron esa obra.
Hoy podemos afirmar que el profeta es un visionario que enfoca a la Iglesia como un grupo humano, un pueblo, una comunidad de hombres y mujeres que comparten la vida cristiana y marchan hacia la eternidad. Él ve la iglesia como una nación que marcha a la Canaán celestial. Actualmente el rol del profeta sigue siendo amonestar por el pecado, ser un atalaya del pueblo, que vislumbra las huestes enemigas (Ezequiel 3:16-21); su función es desarrollar la Iglesia como comunidad y proyectarla hacia el futuro.

LOS 8 PRIMEROS CAPÍTULOS DE JEREMÍAS
El Libro de Jeremías no sigue un orden cronológico. Jeremías es el autor, pero Baruc, su secretario, era el que transcribía los discursos, según él los daba a conocer. Un día hablaba de algo, y al día siguiente daba un sermón de un tema anterior, de allí que aparezca un mismo hecho comentado en capítulos distantes. Su Libro fue quemado y destruido dos veces, por tanto fue escrito tres veces.
En el capítulo 1 el Señor llama a Jeremías antes de la caída de Jerusalén. Este capítulo contiene, además del llamamiento del profeta, sus mensajes bajo los últimos reyes de Judá.
En el capítulo 2 el profeta nos presenta la infidelidad de Israel, el proceso que Dios hace contra ella y las consecuencias que tendrá esa actitud. Su rebeldía merece castigo. En este capítulo se inician los doce mensajes a Judá que se prolongan hasta el capítulo 25. Estos son doce lecciones prácticas en que se insiste en la ruina total que les esperaba, si no se convertían de su idolatría, a la que llama prostitución y adulterio contra Dios. Aquí también se hace parte de las profecías en el reinado de Josías (capítulos 2-12)
El capítulo 3 nos dice otra vez que Israel ha sido infiel al Señor, quien la exhorta al arrepentimiento. El profeta reprende duramente al pueblo su apostasía e infidelidad bajo la figura de un adulterio, mas insinúa un nuevo pacto (3:16-17) el que es explicitado en el capítulo 31:33. Entonces ya no será necesario que un maestro los instruya o que se instruyan unos a otros sobre el conocimiento de Dios, porque la ley divina estará grabada en su mente y su corazón. Es la promesa de un pacto no basado en leyes escritas sino en el Espíritu Santo (31:31-34).
En el capítulo 4 hay una exhortación al arrepentimiento, la advertencia que la invasión amenaza a Judá y los enemigos rodean a Israel. Jeremías ve la destrucción futura con profundo dolor. Ante el furor de la cólera de Dios, en que "toda la tierra será un desierto", Jeremías siempre insistirá en el arrepentimiento, un sincero dolor y cambio de conducta, como única solución: "Paraos en los caminos..." (6:16) "No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas./ Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová" (9:23,24).
En el capítulo 5 se muestra otra vez el pecado de Jerusalén, se anuncia y advierte el castigo a Israel.
Al llegar al capítulo 6 el enemigo rodea a Jerusalén, se anuncia el castigo, la invasión desde el norte y continúa la rebeldía de Israel.
En el capítulo 7 Jeremías predica en el templo su tema insistente: infidelidad de Israel y culto pagano en Jerusalén. El templo se ha transformado en "cueva de ladrones", citado por Cristo cinco siglos después (Jeremías 7:11, San Mateo 21:13).
En el capítulo 8 vemos la traición y castigo de Israel y el dolor de Jeremías por su pueblo.

EL TEST DE JEREMÍAS
Y por fin llegamos a nuestro capítulo 9, donde ya se escuchan las lamentaciones del profeta Jeremías en Jerusalén: "¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo! ¡Oh, quién me diese en el desierto un albergue de caminantes, para que dejase a mi pueblo, y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros, congregación de prevaricadores. Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco, y no se fortalecieron para la verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice Jehová" (Jeremías 9:1-2).
Una vez más el sagrado escrito cita el mesón, llamándole en esta oportunidad albergue de caminantes. Veamos qué quiere transmitirnos el versículo en el contexto estudiado. El profeta lamenta la actitud de su pueblo y a través de sus palabras podemos percatarnos de la condición espiritual de Israel. ¿No es similar al estado del mundo actual e incluso de ciertos cristianos? Para su estudio dividiremos el texto en ocho frases que, a su vez, transmiten las características de esa sociedad por la cual sufre Jeremías:
1. ¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo!
2. ¡Oh, quién me diese en el desierto un albergue de caminantes, para que dejase a mi pueblo, y de ellos me apartase!
3. Porque todos ellos son adúlteros.
4. Congregación de prevaricadores.
5. Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco.
6. Y no se fortalecieron para la verdad en la tierra.
7. Porque de mal en mal procedieron.
8. Y me han desconocido, dice Jehová.

Proponer al lector traer a la actualidad este texto y examinar, bajo la mirada profética de Jeremías, la condición de la sociedad actual fue nuestro ánimo al llegar a este punto del escrito. Pero la Palabra de Dios es clara: Jeremías no habla a paganos sino al pueblo escogido de Dios, por tanto no pude escapar a la confrontación que nos plantea el texto sagrado. Si nos proponemos una exégesis actualizada de estos versículos, necesariamente tendremos que aplicarlo a la Iglesia de hoy, al Cuerpo de Cristo esparcido por toda la tierra. Con este versículo sucede cosa similar a cuando se analiza la segunda epístola a Timoteo, en el capítulo 3, versos 1 al 5, en que San Pablo describe las actitudes negativas de los hombres de los últimos tiempos que, en un primer análisis parece retratar a gente mundana, mas al llegar al versículo cinco queda claro que se trata de creyentes, pues dice "que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella". Asimismo nuestro pasaje no se refiere a personas sin Dios, sino a "mi pueblo".
Como, en justicia, no podemos generalizar y no es nuestra misión juzgar al pueblo de Dios, sencillamente plantearemos la posibilidad de la existencia de la cizaña evangélica, como Jesús lo advierte en su parábola. Nuestra propuesta viene a ser una voz de alerta, si no profética, a enderezar los caminos torcidos y a volver a aquellas ovejas extraviadas de la casa de Israel.
Es fácil condenar o escudarse en la masa, criticar agrupaciones o tendencias dentro de la Iglesia universal. Tenemos temor de Dios, sobre todo si participamos del cuerpo y la sangre del Señor. No queremos enfermarnos ni debilitarnos, menos dormir espiritualmente, por causa de hacer un juicio condenatorio sobre nuestros hermanos. Es sabido que los cristianos compareceremos individualmente ante el tribunal de Cristo y no las instituciones (Romanos 14:10-12). Por tanto enfocaré mi reflexión a un nivel personal y no colectivo.
Se le ha dado la forma de cuestionario a objeto de que el lector pueda autoevaluarse y buscar estrategias para superar áreas de debilidad en su vida cristiana. Así las quejas de Jeremías encuentran eco en los creyentes de hoy.

1. ¿Estoy vivo espiritualmente?
"Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo!" exclama el profeta y lamenta que su pueblo esté muerto espiritualmente. El ser humano actual está muerto, pero... ¿Cuántos muertos hay entre nosotros? ¿Cuántos muertos hay en su comunidad? No me refiero a que sin son todos cristianos o no. Los que están en tinieblas están muertos en sus delitos y pecados pero a nosotros Cristo nos ha dado vida. Sin embargo muchas veces procedemos como si aún fuésemos unos cadáveres. Sin amor, sin misericordia hacia nuestro prójimo, puede alguien estar muriéndose de dolor enfermo a nuestro lado y no le socorremos. Hay tantas desgracias en el barrio, en la escuela, el trabajo, la oficina y nosotros muchas veces estamos más preocupados de nuestros negocios. El hermano o la hermana necesitan de una palabra de aliento, de una mano que les ayude a levantarse y no de juicio, pero procedemos peor que los que están en tinieblas pues les condenamos, les crucificamos. Estamos muertos porque no brindamos amor. Jeremías lloraba por los muertos de Israel.
Un muerto es un cadáver sin vida, un cuerpo que ya no tiene movimiento y en el que todas las facultades biológicas del ser humano han cesado; un muerto es un ciudadano que ya no existe, pero también un muerto es un organismo en descomposición, o seco, hecho polvo, unos huesos blancos inservibles. En el cristiano muerto ya no está la vida del Espíritu Santo, esta es apenas una llamita opacada por el egoísmo y el desamor, en él no hay conciencia del prójimo ni de Dios. El cristiano muerto es como un cuerpo sin movimiento, está estacionado, agarrotado; en él no hay ningún tipo de iniciativa para evangelizar o ayudar al otro, está inmovilizado y tieso; es un cristiano que no produce fruto, un árbol sin hojas, sin frutos ni semillas, no tiene ni da vida ¿por qué? Porque se ha desconectado del Padre y tal vez piensa que está conectado a Él porque cumple con ciertas obligaciones religiosas y participa en el ritual.
En el cristiano muerto todas las facultades espirituales han cesado, aquellas que son propias del ser viviente: alimentarse, multiplicarse, respirar, desplazarse, etc. se han detenido, pues ya no se alimenta de la Palabra de Dios, no respira en la oración ni llena sus pulmones espirituales con el amor de Dios, no alaba al Señor; en su corazón no hay un salmo de gratitud y de alabanza; tampoco se desplaza evangelizando o ayudando al necesitado, pues no ama sinceramente en Cristo, sólo ama a los suyos, su esposo o esposa e hijos, es egoísta. Y si nada de lo anterior está en él es porque está muerto en vida. Tampoco se multiplica ya que no podemos dar vida a otros si en nosotros no hay vida. Si un muerto es un ciudadano que ya no existe, ¿existirá como ciudadano del Reino de Dios? Sólo por misericordia de Él figura en los registros de la Iglesia.
Pero también un muerto es un organismo en descomposición, lamentablemente hiede, sus obras son mal olientes, su vida no da fruto, su vida está pudriéndose como Lázaro y si pronto no viene Cristo a sacarle de su tumba, se morirá para siempre. Pero estos cadáveres que hay en la Iglesia aún tienen salvación, pues los que están vivos tienen el deber de levantarlos de entre los muertos. En el fondo de su ser claman: ¡Resucítanos, Señor, de este cementerio de egoísmo! ¡Tenemos el espíritu seco, consumidos en un desierto, sedientos y sin agua, no hay vida en nosotros, hemos llegado a un estado espiritual deplorable, convertidos en polvo, somos nada más que un montón de huesos inútiles! ¡Sálvanos por misericordia!
Hay muchos cristianos que están ciegos, cojos o sordos a la voz de Dios y la demanda del amor; otros son autistas o dementes, viven una vida cristiana que asemeja a estos cuadros. Por todos ellos y por "los muertos de la hija de mi pueblo" lloran los profetas.
El pasaje que estudiamos muestra la carga de un hombre de Dios. ¿Lloramos nosotros por nuestra nación, como lo hacía Jeremías? Comúnmente oramos por la comunidad cristiana a la que pertenecemos pero poco oramos y rogamos por el país. Dios tiene una visión de nación. Aquí, en mi país, se ha hablado mucho acerca de que Chile será para Cristo. Es una profecía que se transformó en sollozo de casi todas las campañas de evangelización. Pero ¿cuántos realmente sienten carga por la nación? ¿No estamos más bien poco sensibilizados por el devenir de la patria? ¿Cuántos están orando en forma muy perseverante, constante, concentrada, responsable por Latinoamérica? Quizás un día lleguemos a ser todos estos países una sola nación. ¿Está usted orando por su país, o al menos por su ciudad?
Claro está que Jeremías oraba por una nación convertida a Jehová, porque todo el pueblo de Israel era creyente en el único Dios verdadero. Mas no hay gran diferencia entre ese pueblo y nuestras naciones. Decían creer pero a la primera estaban adorando al becerro de oro. No quiero hablar de las iglesias, pero es probable que muchos de los que están en ellas no vivan de acuerdo a su plena voluntad. Como dice en las puertas de algunos hospitales psiquiátricos "no son todos los que están ni están todos los que son"; cristianos hay muchos o que se hacen llamar así, pero ¿son? ¿viven de acuerdo a la divina voluntad del Padre?
El profeta se pregunta en el último verso del capítulo 8 "¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo?". El pueblo de Dios está enfermo, mas en el primer versículo del siguiente capítulo ya muere: "¡Ojalá fueran mis ojos como un manantial, como un torrente de lágrimas, para llorar día y noche por los muertos de mi pueblo!" Quiere llorar por los muertos espirituales. Evidente que no se refiere a cadáveres físicos sino a muertos en vida, porque decir que se cree en Él pero no vivir de acuerdo con esa convicción es como ser un cadáver. Sepulcros blanqueados decía Jesús a los que hedían por su condición de muerte y aparentaban estar vivos en el espíritu. El profeta quiere llorar y llorar, clamar a Dios por estos que abandonaron la "fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua" (Jeremías: 2:13). Quizás así el Señor se apiade de ellos.
Hermanos: el Médico Divino quiere sanarnos de esta enfermedad que no es para muerte; Él, que es la resurrección y la vida, puede resucitarnos y hacernos cristianos íntegros, realizados como ciudadanos, trabajadores y obreros de su Reino; sólo Él puede darnos la vida y restaurarnos.

2. ¿Merezco a los profetas de mi Iglesia?
"¡Oh, quién me diese en el desierto un albergue de caminantes, para que dejase a mi pueblo, y de ellos me apartase!"
¿Sabía usted que en la Iglesia hay profetas que claman por el pueblo de Dios y su condición? ¿que esos profetas también ruegan por la sociedad? ¿Sabía usted que en este mundo hay profetas preocupados por usted? Pero ¿la Iglesia merece a sus profetas? Hay quiénes no merecen a los profetas de la Iglesia. El hombre actual no merece a los profetas inspirados de Dios. Por eso en un momento Jeremías siente deseos de apartarse de su pueblo pero no llega a hacerlo. La misericordia de Dios es tan grande que dentro de los cinco ministerios ha concedido tener profetas que nos abran los ojos y que lloren día y noche por su Iglesia y el mundo.
¡Ojalá tuviera en la montaña un refugio, para que dejase a mi Iglesia, y viviera lejos de ella! diría el moderno Jeremías, cansado y abatido por el pecado de su congregación. "¡Ojalá tuviera yo en el desierto un lugar donde vivir, para irme lejos de mi pueblo!" dice una versión popular.
Jeremías preferiría vivir en un albergue de caminantes, lejos de su pueblo, ajeno a su pecado. El sabe lo que dice porque ha sufrido a raíz de la desobediencia de su pueblo, quiere irse lejos del lugar donde una vez el rey destruyó su profecía. Lo miran mal lo detestan se ha transformado en una persona desagradable que los enfrenta a Dios y a su pecado. Él ha venido a ser considerado el enemigo público número uno, por decirles la Verdad.
El profeta en el Antiguo Testamento cumplía la función que hoy cumple el Espíritu Santo, dar convicción de pecado y de juicio. Jesucristo, como el máximo Profeta, advirtió a los apóstoles "...Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré./ Y cuando venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (San Juan 16:7,8). Hoy día no necesitaríamos profetas si obedeciéramos a la voz del Espíritu en nuestros corazones.
Profeta es uno que anuncia la visión de Dios. uno que muestra su Verdad y la falsedad en que viven otros. Los profetas del Antiguo Testamento tenían la misma función que hoy cumple el Espíritu Santo, mostrar al pueblo su condición y reconciliarle con Dios. Los profetas son atalayas, los ojos del Cuerpo de Cristo ¿Recuerda cuando el profeta Ezequiel vio el Valle de los huesos secos? El Señor le estaba mostrando las condición de su pueblo ¿Se imagina que Dios le mostrara a través de una imagen similar la condición de la Iglesia? Los profetas estaban contemplando algo de la vida diaria, un hecho tan corriente como una olla que hierve y Dios les daba un mensaje.
¡Cuántos cristianos se retiran del mundo! Dicen que son llamados a la oración. No critico ni niego que pueda ser una posibilidad pero, en términos generales, no es lo que Jesús enseñó. Él dijo no te pido que los quites del mundo sino que los guardes del mal. Él nos enseña a enfrentar los problemas y dificultades de la vida y no arrancar. Escucho a muchas personas discapacitadas que quieren que el Señor haga un milagro y les devuelva su condición de normales o les sane de su ceguera, porque no quieren enfrentar la discapacidad. Muchos sienten la tentación a apartarse de los problemas, prefieren huir a enfrentar, Jeremías no lo hizo así. En un momento de gran dolor por ese pueblo pecador él se quejó pero es algo que nunca llegó a hacer. El profeta preferiría estar en un albergue de caminantes, lejos de la pecaminosa ciudad, pero no lo hace.
La Biblia católica dice: "¡Quién me brindara en el desierto/ un albergue de ambulantes!/ Abandonaría entonces a mi pueblo,/ me alejaría de él, /porque son todos adúlteros, /una pandilla de traidores. /Tensan su lengua como un arco;/ la mentira, y no la verdad,/ prevalece en este país; /si, caminan de delito en delito /y no me conocen a mi dice Yavé". Un caminante o ambulante es alguien que va de lugar en lugar, un nómada sin arraigo, aparentemente sin responsabilidades. Todos somos peregrinos en esta tierra, como nómades estamos sólo de paso en este lugar.
A la luz de este texto, en que el profeta llora por los muertos de su pueblo, podríamos decir que el mesón es un lugar para reconocer nuestro pecado y el pecado de la Iglesia, la falta de amor de muchos cristianos. Los discapacitados son el signo de la discapacidad de la Iglesia para asumir su misión de amar como Cristo amó. El Cuerpo de Cristo es un cuerpo ciego, sordo, cojo, autista, etc. Es un cuerpo con discapacidad espiritual para escuchar al corazón del ser humano clamando libertad; para ver las necesidades donde parece estar la mujer y el hombre saciados de las cosas que esta sociedad de consumo les ofrece; para movilizarse en pos de los que sufren; para comprender la importancia de su cometido en la sociedad. El Cuerpo de Cristo es, como el mundo, un organismo que sufre discapacidad. Por eso el Señor nos dice "Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo./ Por tanto yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas" (Apocalipsis 3:17,18).
De la exclamación "¡Ojalá tuviera yo en el desierto un lugar donde vivir, para irme lejos de mi pueblo!..." podríamos concluir sencillamente que el mesón es un lugar de refugio fuera de los ataques del diablo y un lugar de adoración y comunión con Dios, especial para la vida devocional. Esto es muy cierto, pues en la Iglesia encontramos ese recogimiento necesario para compartir con Dios, pero las palabras de Jeremías en este texto más bien son una sacudida para que despertemos y definitivamente nos percatemos de cuan ciegos estamos. El Mesón es un lugar de confrontación con nuestra miserable condición de pecadores.

3. ¿He adulterado en mi relación con Dios?
Cuando el profeta dice adulterio, "Porque todos ellos son adúlteros", no se está refiriendo solamente a la violación del voto conyugal, sino también al engaño hacia el Esposo que es Dios. Adulterar es viciar o falsificar, como se puede hacer con un documento. El adulterio espiritual es tratar de engañar al Señor con otro amor. Recuerde el ejemplo dado por San Pablo en relación a los dos pactos, la ley y la gracia. (Gálatas 4:21-31). Pablo aclara que, como Isaac, los cristianos somos hijos de la promesa, de la mujer libre y no de la esclava. Quien ha sido perdonado por Dios en Cristo y vive bajo el régimen de la gracia, no puede volver atrás y sujetarse a mandamientos de hombres ni vivir por apariencias, sino vivir guiado por el Espíritu. De otra forma estaría adulterando; está casado con la gracia y tiene amores con la ley. En un ejemplo tan radical como el anterior, si hemos contraído matrimonio con el Señor Jesucristo, no podemos coquetear con el pecado, ni el príncipe de este mundo. El llamado de Cristo es taxativo: estamos con Él o contra Él, somos fríos o calientes pues a los tibios los vomitará de su boca.
Somos adúlteros en la fe cuando no vivimos de acuerdo a los principios del Reino de Dios prefiriendo el estilo de vida corrupto y complaciente de este mundo; somos adúlteros cuando consentimos el pecado; somos adúlteros cuando llevamos doble vida; somos adúlteros cuando reservamos ciertas áreas de nuestra vida para gobernarlas a nuestro arbitrio y no las ponemos a las plantas de Cristo; somos adúlteros e idólatras cuando somos esclavos de vicios y hábitos que se interponen entre Dios y nosotros; en fin somos adúlteros cuando no vemos ni escuchamos a Cristo en el que sufre y preferimos amarnos a nosotros mismos o entregarnos a falsos cristos.
Jeremías deseó por un momento irse lejos, a un mesón en el desierto, "Porque todos han sido infieles a Dios". Ser fiel es una de las características más importantes que un niño en Cristo debe desarrollar, pues, luego de la sumisión al Señor y la sujeción al Cuerpo de Cristo, la fe humilde nos lleva a obediencia y ésta a permanecer en fidelidad. Fiel es el que permanece. No se es fiel un día y al otro no. Se es fiel cuando el corazón se establece en el mismo sentir, cuando perseveramos en lo que hacemos y creemos. Fidelidad es lealtad, observancia de la fe debida a otro; exactitud, puntualidad en la ejecución de una cosa. La persona fiel es leal, guarda fe, es exacto y verdadero en su comportamiento. El cristiano fiel es una persona de confianza; los líderes pueden confiar en este hermano o hermana porque no fallará. Hoy por hoy necesitamos cristianos fieles para llevar adelante la obra de Dios, que se hace más difícil. José fue fiel a sus hermanos en su amor, a pesar de que estos lo habían sido crueles con él. Josué fue fiel a Moisés y éste a su pueblo. Se enrabió con Israel pero siguió junto a ellos. Todos estos hombres procuraron ser fieles a Dios y lo lograron.
Expresa en este pasaje, el atribulado profeta Jeremías, el dolor por su pueblo idólatra, enfermo, pecador, infiel a Dios, mentiroso, burlesco uno de otro, malos amigos, perversos e incapaces de cambiar; quiere llorar día y noche por ellos, son su carga. ¿Siente usted carga por los hermanos que están en adulterio?

4. ¿Soy un prevaricador?
"Porque todos ellos son...... congregación de prevaricadores" Otra traducción dice "son una partida de traidores". Hay muchos que traicionan al Señor y esta traición puede consistir sencillamente en no vivir como Él manda y hacer lo que nos venga en gana. Prevaricar se define como delinquir un funcionario público dictando o proponiendo resolución de manifiesta injusticia. Por extensión, cometer uno cualquier falta menos grave en el ejercicio de sus deberes. En el deber para con el Señor y su mandamiento de amor podemos estar prevaricando al no amarnos unos a otros como él nos amó, al no lavarnos los pies unos a otros y no cubrirnos en amor, al no perdonar al hermano, al no tolerarnos ni comprendernos. A modo de rápido test hagámonos un chequeo con 1 Corintios 13:1-13 y veremos en qué condición está el amor fraternal en nosotros. Prevaricar es pecar contra la justicia y si entendemos por justicia, como la interpreta el teólogo Tomás de Aquino, "la voluntad firme y constante de dar a cada cual lo suyo", tenemos el deber de actuar como prójimo del que sufre y amar a Dios sobre todas las cosas para actuar como justos. Como dijo el Bautista "Conviene que cumplamos toda justicia" (San Mateo 3:15).

5. ¿Soy un mentiroso?
"Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco". La peor mentira que podemos cometer es vivir una vida de falsedad, decir que somos cristianos y en realidad estar actuando. No vivir de acuerdo con la doctrina que profesamos, negarle a Él con nuestra boca y nuestra vida. Un testimonio de falsedad es el peor engaño. Alguien puede tener miedo y mentir, pero tratar de engañar al Señor es la peor mentira.
De los diez mandamientos (Éxodo 20:1-17) se desprenden los principios de una vida íntegra y en consonancia con Dios. Específicamente el no mentir está redactado "No hablarás contra tu prójimo falso testimonio", lo que una versión popular traduce "no digas mentiras en perjuicio de tu prójimo"; otros pasajes explican " no admitirás falso rumor, no te concertarás con el impío para ser testigo falso", "no dirás falso testimonio". La mentira es ocultamiento de la verdad, cuya causa puede ser el miedo a ser descubierto en pecado, engañar para obtener algún beneficio o por la maldad de dañar a otro.
Cristo es la Verdad y no admite la mentira. El principio de veracidad está contenido en el mandamiento divino. Es importante en el Reino de Dios y en nuestro comportamiento social ser veraces a toda prueba, pues sólo siendo veraces somos confiables. Actualmente se ha perdido la palabra, la honorabilidad de la palabra empeñada. O nos engañamos a nosotros mismos prometiendo lo que luego no podemos cumplir; "que tu sí sea sí y tu no sea no". Vivir la verdad es vivir a Cristo.
Ser sincera y no mentirosa, ser transparente, sin engaño, que la persona sea verdadera y no turbia en sus relaciones con otros, son cualidades cristianas. Lamentablemente vivimos en una sociedad de la imagen y la apariencia, un mundo de la superficialidad. Somos incapaces de restarnos al encantamiento de la televisión, vacía entretención donde todo es artificial. La conciencia no nos acusa. "Así nos entrenan para no decir nunca la verdad con el modelo de tantos políticos arrogantes y tantos obtusos ídolos del espectáculo". Mas Jeremías, que fue víctima continua de la calumnia, no se cansaba de denunciar, con expresiones ásperas, la vergüenza y la mentira de su pueblo.
Santiago es muy claro al advertirnos sobre el cuidado que se debe tener en el uso de la lengua: "Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto...", "la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas", "hermanos, no murmuréis los unos de los otros" (Santiago 3). Una pequeña chispa puede transformarse en un enorme incendio, una palabra ociosa puede causar estragos en la vida de otro. Dice un letrero popular en los buses de mi ciudad "antes de poner su lengua en movimiento, ponga su cerebro en funcionamiento", porque hablamos lo primero que viene a la cabeza.
Los del tiempo de Jeremías se estafan unos a otros y no dicen la verdad, entrenan sus lenguas en la mentira, están depravados y son incapaces de convertirse "porque todo hermano engaña con falacia, y todo compañero anda calumniando./ Y cada uno engaña a su compañero, y ninguno habla verdad; acostumbraron su lengua a hablar mentira, se ocupan de actuar perversamente./ Su morada está en medio del engaño; por muy engañadores no quisieron conocerme, dice Jehová" (Jeremías 9:4-6). No son muy distintos de la gente de hoy.

6. ¿Me he fortalecido para la verdad?
"...y no se fortalecieron para la verdad en la tierra" es la acusación del profeta. Otras versiones dicen: "En el país reina la mentira y no la verdad" (DHH), "La mentira, y no la verdad, prevalece en este país" (SBEP). El país completo es una mentira pues no reina la verdad. Nadie busca la verdad, nadie se alimenta con la verdad, nadie la aprende ni la estudia, nadie la investiga. Hoy gran parte de la iglesia se compromete en la política, se compra y se vende a causas que no le competen. En la política reina la mentira, la calumnia, el ataque artero. En la justicia se juega con la ley, se usa prácticas mañosas, abundan los testigos falsos. En el cine, la televisión y el mundo del espectáculo, se manipula la imagen de las estrellas como gran negocio. Mentira sobre mentira. Cuando no reina la Verdad en una nación, es que Jesucristo no se ha entronizado en el corazón de su pueblo, no es verdadero Señor y dueño de sus vidas.
El que no conoce la Verdad es un ignorante y puede tener la excusa del desconocimiento, pero no hay excusa para el buen cristiano, en este sentido. El cristiano debe fortalecerse con la Verdad, escudriñando las Sagradas Escrituras donde aparece esa Verdad revelada, escuchando con frecuencia la buena prédica de la Palabra de Dios, alimentando su mente con la sana doctrina, buscando el discipulado individual que le permita corregirse y alcanzar la práctica del Evangelio en su vida, no siendo nada más que un oidor de la Verdad sino también uno que la practica; debe buscar crecimiento, edificar su mente con la Verdad y renovar su manera de pensar para que ocurran cambios significativos en su vida.
En cambio, el que sabe la Verdad pero la esconde o la niega es un mentiroso. El que no se ha fortalecido en la Verdad, no tiene clara la esperanza de su llamado y se vuelve un débil en la fe, muy fácil de derrotar por el diablo. Lamentablemente hay muchos cristianos que viven como ignorantes de la palabra de Dios, son mentirosos y otros, que no buscan los medios para un verdadero crecimiento espiritual, se han tornado débiles.
Al hablar de la Verdad, dos textos vienen a la memoria: "...Yo soy el camino, y la verdad, y la vida..." y "...conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (San Juan 14:6 y 8:32). Conocer la verdad significa experimentarla y cuando se vive la verdad ésta le hace a usted libre. Cristo es nuestro camino, un camino para transitar; Cristo es la verdad y trae vida eterna. Fortalézcase en la Verdad, y ella prevalerá y reinará en su vida.

7. ¿Soy un cristiano en decadencia?
"...porque de mal en mal procedieron" evidencia un pueblo decadente. Hay una situación de decadencia en el mundo y la Iglesia, a veces, se contagia de aquello. Que vayamos de mal en peor cada día significa que no estamos poniendo atención a lo que es realmente ser cristiano, un estilo de vida. Como hay una teoría, claramente expuesta en la Biblia, nuestro manual de vida, también hay una práctica o "praxis", acción que involucra la teoría y la práctica. Llamamos praxis cristiana al conjunto de acciones, tanto individuales como colectivas, discípulo y comunidad, que se desarrollan en el seno de la sociedad para iluminarla con la luz de Cristo (Mateo 5:14-16). Sin esa praxis no hay vida cristiana, sólo un remedo de cristianismo.

8. ¿He desconocido a mi Señor?
"...y me han desconocido, dice Jehová." ¿Ha desconocido la Iglesia a su Señor? Sí, hemos sido incrédulos y desobedientes. Se ha visto que muchos hombres de hoy están muertos, no merecen a los profetas de Dios, son adúlteros, prevaricadores, mentirosos, ignorantes, débiles y decadentes. Todo esto trae nada más que el alejamiento de Dios y la consecuente incredulidad. La incredulidad lleva a la desobediencia y la absoluta carencia de temor. Me han desconocido, dice el Señor, No han querido reconocerme. No hemos querido reconocerle como dueño y Señor de las vidas.

¿Estoy vivo espiritualmente?, ¿merezco a los profetas de mi Iglesia?, ¿he adulterado en mi relación con Dios?, ¿soy un prevaricador?, ¿soy un mentiroso?, ¿me he fortalecido para la verdad?, ¿soy un cristiano en decadencia?, ¿he desconocido a mi Señor? son preguntas que todo hijo de Dios debiera hacerse hoy, preguntas que un samaritano debiera plantearse, son preguntas para el discapacitado que se enfrenta a Jesucristo. Nadie debiera escaparse a este test y responder con veracidad si el amor de Dios está en él.
Jeremías 9:1-2 habla de la condición del cristiano actual y en el centro mismo de este texto se encuentran las palabras albergue de caminantes, llamando la atención para el que ha leído la Parábola del Buen Samaritano. El mesón fue, para el desdichado recogido por el samaritano, un lugar de acogida, lo que la Iglesia debiera ser hoy. Este texto plantea una confrontación entre lo que somos y lo que debiéramos ser. El Mesón es un lugar de confrontación con nuestra miserable condición de pecadores.

PARA TRABAJAR EN EL MESÓN.
1) Examínese a la luz del test de Jeremías. ¿Qué le dice el Señor?
2) Lea el libro de Jeremías durante 52 días, un capítulo diario, teniendo en mente el ministerio del buen samaritano que usted desarrollará. Anote sus propias conclusiones al término de la reflexión diaria.


domingo, 25 de mayo de 2008

UN LUGAR DE COMPROMISO

Capítulo VIII del libro
"Movidos a Misericordia"

"...doce piedras,
las cuales pasaréis con vosotros,
y levantadlas en
el lugar donde habéis de pasar la noche."
Josué 4:3


El nombre de Josué, hijo de Nun y héroe de este libro, significa Jehová es salvación. Antes que nada se desempeñó como "servidor", ayudante de confianza de Moisés, algo así como su secretario y ministro. Josué, también llamado Oseas, fue hijo de Nun, de la tribu de Efraín. Moisés le cambió el nombre de Oseas (él salva) por Josué (Jehová salva). Fue un excelente guerrero, dirigió los ejércitos de Israel en una gran victoria contra los amalecitas en el Sinaí. Cuenta la Palabra su triunfo, como "José deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada". Larga vida y posición de jefe tras la muerte de Moisés fueron su recompensa por ello. Junto a Caleb, fue la voz de minoría que exhortó a la congregación de Israel a tomar la "tierra que fluye leche y miel". Pero el pueblo acobardó, lloró y quería volver a Egipto, tenía miedo de los gigantes, hijos de Anac. Él les dijo "no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis". Aquí se puede apreciar su fe en Dios y el carácter fuerte y osado de Josué.

Moisés envió espías a reconocer Canaán, entre los cuales estaba Josué, tal como Dios le había ordenado, "de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos" y examinaron sus fortalezas y debilidades. Josué acompañó a su mentor al monte Sinaí. Al descender "cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: alarido de pelea hay en el campamento", pues estaban adorando al becerro de oro. Josué siempre le acompañaba, se estaba formando junto al gran líder, "...el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo". Fue testigo de numerosos hechos milagrosos. Finalmente, cuando Moisés pidió a Dios "un varón sobre la congregación..... para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor", Él Señor lo señaló "y Josué, hijo de Nun, fue lleno del espíritu de sabiduría porque Moisés había puesto sus manos sobre él..."

Josué condujo a los hijos de Israel a través del Jordán hasta la Tierra Prometida. Jehová dijo a Josué "levántate y pasa este Jordán". El mismo pueblo le prometió fidelidad y le recomendó "solamente que te esfuerces y que seas valiente". Como su maestro lo había hecho antes, envió, ahora él, dos espías "andad, reconoced la tierra, y a Jericó". La prostituta Rahab, de Jericó, protegió a los dos espías. En pago, le dicen que reúna a toda su familia en casa y que cuelgue "un cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste". Los espías le cuentan a Josué "Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos" pues "los moradores del país desmayan delante de nosotros". El líder dijo al pueblo "Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre nosotros". Dios promete engrandecer a los ojos del pueblo a Josué, así como estuvo con Moisés.

Muerto Moisés, Josué condujo al pueblo de Dios a la tierra prometida, conquistándola y estableciéndose en ella. Bajo su dirección fueron conquistados Jericó y sus alrededores, se dividió la tierra y se establecieron las ciudades de refugio. Israel, comandada por Josué, pasó el río Jordán en seco, demostrándose una vez más el gran poder de Dios. Las doce piedras representan a las doce tribus que vivieron y testimoniaron este milagro.

"Cuando toda la gente hubo acabado de pasar el Jordán, Jehová habló a Josué, diciendo: Tomad del pueblo doce hombres, uno de cada tribu, y mandadles diciendo: Tomad de aquí de en medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cuales pasaréis con vosotros, y levantadlas en el lugar donde habéis de pasar la noche." Josué 4:1-3

EL DISCURSO DE JOSUÉ
Antes de cruzar el Jordán, leemos en el capítulo 3 de Josué, que éste dirige un discurso a su pueblo. De sus palabras se desprenden algunas ideas que perfectamente podemos tomar como consejos para los cristianos de hoy. Los expondremos brevemente a continuación.

Purifíquese antes de iniciar una etapa o enfrentar un desafío. "Purifíquense, porque mañana verán al Señor hacer milagros" (Josué 3:5 DHH). Antes de emprender una nueva etapa, como la marcha para la conquista de un reino, es necesario santificarse. Jesús lo hizo al iniciar su ministerio retirándose al desierto, combatiendo a Satanás y enfrentándose a su naturaleza humana, ya que era verdadero hombre y Dios. Se retiró y venció. Este concepto de purificación también se encuentra simbólicamente en el rito de iniciación cristiana del bautismo.

Pero ¿qué es purificarse? ¿quién realmente es puro, limpio absoluto desde el punto de vista moral? Nadie, sólo Jesucristo es santo. Purificación significa santidad. El ayuno, la entrega a Dios en oración, la reflexión en su Palabra y hechos maravillosos, producen un acercamiento a Él pero jamás la purificación. Nadie se hace santo a sí mismo. Sería como pensar que alguien que tiene un espejo puede reproducir su imagen en él sólo por el hecho de limpiar el espejo, cuando en verdad la imagen se refleja por una ley óptica de la creación. Al limpiar el espejo nada más estamos facilitando el reflejo, posibilitando que se cumpla esa ley, pero nosotros no manejamos esa ley. La imagen la produce Dios. Asimismo los hijos de Dios requerimos hacer ejercicios de purificación y examinar nuestras conciencias ante Cristo. Sólo la sangre de Cristo nos limpia de pecado. Y es eficaz si nos examinamos y lo reconocemos; si presentamos nuestra vida en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, en culto racional y renovando nuestro entendimiento, como también lo aconseja Romanos 12:1-2.

Cuando vamos a iniciar una etapa nueva, un matrimonio, recibir un hijo, comenzar un trabajo, un nuevo año, estudios, una carrera profesional, al enfrentarnos a la muerte, etc., es preciso prepararnos. Josué dijo "mañana verán hacer milagros al Señor"; hoy también podemos asegurarlo: sucederán grandes cosas en su vida, milagros de Dios, conversiones, cambios en su carácter, prepárese porque Cristo viene. El consejo de Josué aun está vigente.

Porte a Cristo en su vida, siendo ejemplo en palabras y obras. "Tomen el cofre del pacto y crucen el río delante de la gente" (Josué 3:5). Estas fueron las palabras de Josué a los sacerdotes. El cofre del pacto era el objeto más sagrado de Israel; el libro de Hebreos lo describe así: "el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto;/ y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio...". Esta arca del Antiguo Testamento representa a Cristo. En el Antiguo Pacto Dios entregó muestras de su bondad al cuidar de su pueblo con alimento del cielo, darle sacerdotes que fuesen intermediarios entre Él y ellos y entregarle los diez mandamientos que reflejan los eternos valores divinos de comportamiento justo para el ser humano. Todo esto coronado por ángeles, porque todo cuanto fue entregado al pueblo de Dios por medio de Moisés fue algo de origen celestial.

Cristo en el Nuevo Testamento es el arca de un nuevo pacto, en la que están contenidas nuestra sabiduría, justificación, santificación y redención (1 Corintios 1:30). Cristo es el maná, el pan bajado del cielo, la vara reverdecida que dio vida a la estirpe de David. Testificaron de su ministerio los ángeles cuando fue anunciado su nacimiento a María, cuando fue comunicado a José y a los pastores, en su tumba, en el momento de la resurrección y al elevarse a los cielos. El ministerio de Cristo es un ministerio de gloria.

Así es que cuando los sacerdotes trasladaban el arca, en cierta forma llevaban una prefiguración del Salvador del mundo y el pueblo les seguía. Al ordenar Josué a los líderes "Tomen el cofre del pacto y crucen el río delante de la gente" estaba diciendo claramente que el pueblo sigue al arca y no a los sacerdotes. Si sigue a los sacerdotes es porque estos portan el Arca. Para los líderes de hoy es esta palabra: tomen el cofre del Nuevo Pacto, llevando a Cristo en sus corazones y vidas, no se aparten del camino y crucen el Jordán delante de la gente. Con Cristo enfrenten toda adversidad, toda nueva etapa, todo escollo moral, toda persecución, todo problema, sed dignos portadores de Cristo. Recuerdo el sobrenombre de un padre apostólico, Ignacio obispo de Antioquía "el portador de Dios", quien fue tomado prisionero por las autoridades romanas y llevado al martirio en Roma el año 115 dC. Demás está decir que los líderes debemos ser ejemplo de vida y servicio cristiano para el pueblo de Dios. Aunque la corriente del mundo sea mayor que la fluvial del Jordán, debemos mantenernos firmes como lo hicieron los sacerdotes portadores del Arca.

Esté atento a la voz de Dios. "Vengan y escuchen lo que dice el Señor su Dios". Josué llama al pueblo y dice poned atención a Dios. Los ministros del Señor hablan y advierten: el Señor habla, escucha lo que el Espíritu dice a las iglesias. Estamos tan acostumbrados a escuchar el sermón del domingo en la iglesia o en algún medio de comunicación, que con el tiempo se transforma casi en una rutina, llegando a olvidar la solemnidad de ese acto, no en su forma, sino en su esencia, lo que es un mensaje de Dios que el Espíritu Santo ha inspirado a un hombre o una mujer, para hablar a su pueblo.

Vengan implica un movimiento, una acción, porque es preciso que cada cristiano y cada persona que desee conocer a Dios y escucharle tome una decisión y se mueva. No estamos diciendo que tenga que actuar para salvarse. La mínima acción que se le pide es ponga oído "escuchen lo que dice el Señor."

Vea los hechos de Dios en su vida como prueba de que Él está con usted. "Esta será la prueba de que el Dios viviente está en medio de ustedes, y de que al paso de ustedes Él irá barriendo a los cananeos, los hititas, los heveos, los ferezeos, los gergeseos, los amorreos y los jebuseos. " La prueba de que Dios está con ustedes es que barrerá con sus enemigos. El señor Jesucristo ya ha barrido con Satanás y actualmente barre con los enemigos del cristiano.

Considérese victorioso en Cristo. "Miren , el cofre del pacto del Señor de toda la tierra va a cruzar el Jordán delante de ustedes." Cristo cruzó el Jordán, nuestro Cofre del Pacto Nuevo y eterno enfrentó al pecado, al mundo, la muerte y a Satanás, saliendo victorioso. Nosotros le seguimos, mejor dicho vamos con Él porque estamos dentro de Él, ya que fuimos sepultados en Él, sumergidos dentro de Cristo desde el día en que fuimos bautizados en Él. Dicho de otra forma, vamos dentro del Arca.

Participe responsablemente en la elección de los líderes de su iglesia. "Por eso, escojan ahora doce hombres, uno de cada una de las doce tribus de Israel." Llama la atención el número 12 en todos estos pasajes,. Dios ha escogido doce tribus de Israel, que son los descendientes de los doce hijos de Jacob. Jesucristo escogió a doce discípulos de los cuales uno se perdió. Posteriormente escogió a Pablo, el último de los apóstoles. En Apocalipsis se habla de la suma de ambos, representados en 24 ancianos. Pienso que estos 12 líderes, estas doce piedras de las cuales nos habla este capítulo, de alguna forma estaba anunciando a 12 líderes que llevarán el evangelio a todas las naciones. Donde aparece este número otra vez es en nuestro calendario, que es el calendario solar, un año de 12 meses. Apocalipsis habla de un árbol., que ciertamente es Cristo en la Iglesia (la vid verdadera), "el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto". Es altamente productivo y sus hojas son para sanidad de las naciones (Apocalipsis 22:2).

Así como el árbol de Dios da vida, el edificio de Dios está edificado por piedras vivas y la piedra angular es Cristo, según el apóstol Pedro. San Juan teólogo, ve que tiene doce cimientos adornados por doce tipos distintos de piedras preciosas (Apocalipsis 21:19-20).

En el caso del relato de Josué, el símbolo de las piedras es perfecto. Tanto en su forma de elementos consistentes, señal del milagro de la obra de Dios producida en ese lugar, como simbolizando a los hombres que hicieron esa hazaña o que condujeron al pueblo a través del Jordán. En cada una de las doce piedras están representados todos los miembros de esas tribus. Mas adelante, en el capítulo 4, indica para qué escoge a esos 12 hombres.

Con las dos palabras "por eso", que inician la frase, implica una razón. La razón es que "el cofre del pacto del Señor de toda la tierra va a cruzar el Jordán delante de ustedes"; el motivo de escoger a representantes de cada tribu es que el Señor ya ha vencido. Algunos creen en un cristianismo más sacerdotal, incluso hablan de ministros y laicos como formas de vida cristiana absolutamente opuestas, al estilo del Antiguo Testamento. Este "por eso" está indicando que "ya que va delante de nosotros el victorioso Señor" escojamos una cantidad de hombres equivalentes para liderar al pueblo de Dios.

Comprométase activamente con Dios y su obra. "Cuando los sacerdotes que llevan el cofre del Señor de toda la tierra metan los pies en el agua, el río se dividirá en dos partes, y el agua que viene de arriba dejará de correr y se detendrá como formando un embalse." Algunos piensan que el hecho tiene una explicación natural, que se puede formar un embalse, a causa de movimientos sísmicos u otra razón, quedando el curso inferior del río casi seco, fácilmente franqueable hasta por los rebaños; que en la estación más seca, junto a Jericó, las aguas de un sucio color amarillento apenas si alcanzan 10 metros de anchura. Cuando los israelitas llegaron a orillas del Jordán el río llevaba un gran caudal por el deshielo en el monte Hermón y "las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán, y las que descendían al mar de Arabá, al Mar Salado, se acabaron; y el pueblo pasó en dirección de Jericó". Los sacerdotes sostenían el arca en medio del Jordán seco "y todo Israel pasó en seco". Pero la confianza de Israel no estaba fundada en un hecho natural sino en el Dios que los haría atravesar por el río seco. El milagro es que, por sobre cualquier explicación concreta y materialista, el pueblo de Dios antepone su fe y confianza en el Señor. Usted puede saber científicamente que bajará la marea a cierta hora, pero no se internará en el mar sin pedir la protección de Dios. El milagro está presente en cada paso de nuestra vida y nos mantenemos libres de accidentes, ataques de delincuentes, terremotos, incendios, enfermedades, etc. sólo por la misericordia de Dios. Dígaselo a un incrédulo y argumentará la ley de probabilidades, jamás la intervención divina.

Los sacerdotes entraron en el Jordán y mojaron sus pies. Es imprescindible que los pastores y líderes de la Iglesia metan los pies al agua del Jordán. En un sentido metafórico esto es ensuciarse, mojarse, involucrarse con los problemas que viven realmente las personas. Los ministros de Dios llevan sobre sus hombros el mensaje de Jesús pero sus pies no están en las nubes sino en el agua, en la tierra, en el barro, en los problemas de la gente. Actualmente hay crisis matrimoniales, crisis de trabajo, desempleo, crisis vocacional, desorientación en los jóvenes, crisis llamada "revolución sexual", drogadicción, homosexualidad. No podemos ni debemos cerrar los ojos a estas realidades, tampoco podemos cerrar las puertas de la iglesia y tratar de protegernos aislándonos del mundo e imponiéndole normas legalistas a los fieles. Sólo enfrentando cara a cara los problemas, amando al ser humano con todas sus debilidades pero no admitiendo el pecado, no cambiándole nombre, podremos ser como aquellos sacerdotes y líderes del Jordán.

El compromiso de los sacerdotes del pueblo, de sus intermediarios, es condición para que se produzca el milagro, Dios responda a la oración y obre maravillas. La Iglesia necesita hombres y mujeres comprometidos. Sólo así "el río se dividirá en dos partes, y el agua que viene de arriba dejará de correr y se detendrá como formando un embalse". Cuando el pueblo de Dios se compromete Él obra.

En resumen el mensaje de Josué para hoy es: Purifíquese antes de iniciar una etapa o enfrentar un desafío y porte siempre a Cristo en su vida, siendo ejemplo en palabras y obras. No deje de estar atento a la voz de Dios. Vea los hechos de Dios en su vida como prueba de que Él está con usted y considérese victorioso en Cristo. En la iglesia, participe responsablemente en la elección de los líderes y comprométase activamente.

EL RITUAL DE LAS DOCE PIEDRAS
Continua narrando el capítulo 4: "Cuando toda la gente hubo acabado de pasar el Jordán, Jehová habló a Josué, diciendo: Tomad del pueblo doce hombres, uno de cada tribu, y mandadles diciendo: Tomad de aquí de en medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cuales pasaréis con vosotros, y levantadlas en el lugar donde habéis de pasar la noche" (Josué 4:1-3). Aquí no se utiliza la palabra mesón. Distintas traducciones designan el sitio donde acontece el hecho como: el lugar en que van a acampar esta noche, el lugar donde habéis de pasar la noche, el lugar donde paséis esta noche o el alojamiento donde habéis de tener la noche. Como sea, la elección del lugar otra vez nos indica un llamado de atención sobre el hecho.

La orden, que Jehová Dios ha dado al pueblo a través de Josué, es una ampliación de uno de los aspectos del discurso anterior y que nosotros subtitulamos Participe responsablemente en la elección de los líderes de su iglesia. Lo que Jehová ordenó en realidad fue un acto ritual y en su pedagogía divina quiere enseñarnos algo, no sólo dejar una señal concreta en ese lugar de sus poderosos actos, sino también plasmar un mensaje para la eternidad.

En todo el Antiguo Testamento Dios utiliza una pedagogía que podríamos llamar ritual. Le hace construír a Moisés un tabernáculo, el cual encierra una enorme cantidad de símbolos acerca de la salvación que Él dará a la humanidad. Entre los símbolos rituales está el sacrificio de animales, particularmente del cordero pascual. Por medio de esa pedagogía ritual Él enseña su plan, traza una huella fuerte en la mente de su pueblo escogido y deja unos mensajes que hoy llamaríamos "subliminales", mensajes que serían descifrados en el Nuevo Testamento por Jesús y los apóstoles.

Y en este pasaje nuevamente Dios está utilizando un ritual para enseñar a su pueblo, a judíos y a cristianos y a todos aquellos que crean que el Antiguo Testamento es palabra de Dios, que Él nos hace atravesar todo Jordán y conquistar milagrosamente la Tierra Prometida.

La integración social de las personas discapacitadas para nosotros es una tierra prometida. Soñamos con que un día ellos sean vistos como personas con iguales derechos y deberes en la iglesia y la sociedad y no como ciudadanos de segunda categoría o como sujetos exclusivamente dignos de caridad en la Iglesia. Queremos ver a los discapacitados pastoreando iglesias, levantando ministerios, evangelizando, trabajando en todas las áreas de la obra multifacética del Señor. Ese es nuestro Canaán. Pero para alcanzarlo el Señor tendrá que hacernos atravesar en seco el río de la ignorancia, la indiferencia, el egoísmo, la incredulidad, la culpabilidad, la desesperanza, la maldad, en fin la incomprensión de este mundo.

Allí en medio del mesón, del lugar de descanso, Israel deja una señal, un monolito, como hoy podríamos levantar una estatua, que dijese: "EN ESTE LUGAR EL PODER DE JEHOVÁ SEPARÓ LAS AGUAS DEL RÍO JORDÁN Y LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL PASARON EN SECO". ¿Cuántos monumentos tendría que levantarle usted a Dios por las maravillas que ha hecho en su vida?

En este rito del AT. el Señor nos da una clave: piedras. Aquí tenemos, como representantes de cada tribu, doce hombres, doce piedras ¿no son las mismas piedras que aparecen al final de los tiempos en la Nueva Jerusalén? ¿No le dijo Jesús a Pedro tu eres piedra y sobre esta roca edificaré mi iglesia? Piedras, somos sólo eso, piedras de una construcción, de un edificio espiritual. Ayer había sacerdotes, líderes y arca, hoy Él es el sumo sacerdote, es el arca y el líder que nos da la victoria.

Un ritual contiene acciones, signos y símbolos. La acción es lo que se hace y el símbolo el significado de lo que se hace. El signo es un elemento concreto que conlleva un significado espiritual. Por ejemplo una vela puede ser signo de Cristo, luz del mundo. Los signos son contenedores o soportes del contenido que Dios quiere transmitir. En el Nuevo Pacto también tenemos ritos. Fundamentalmente son dos: el Bautismo y la Santa Cena. Si tomamos por ejemplo la Cena del Señor, su mismo Autor nos indicó el significado de sus elementos. Cuando tomó el pan explicó "Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí" y al tomar el vino "Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama". A través de los siglos, hemos realizado continuamente este rito dejado por el Fundador de nuestra fe y cada vez que comemos del pan y bebemos del vino nuestra mente decodifica el mensaje: su cuerpo fue crucificado para que yo obtuviese perdón, Él es mi pan espiritual, por su sangre he sido limpiado y declarado justo delante del Padre. En ese instante el corazón se goza y se inflama del Espíritu Santo, la conciencia se siente libre de toda culpa y el espíritu se eleva a la presencia del Autor de nuestra salvación. Nótese el poderoso influjo del rito en la psiquis humana. Cuando Dios en el Antiguo Testamento lo hacía, sabía lo que producía en el espíritu de su pueblo, ya que Él mismo lo hizo ritualista.

Cuando el Hijo de Dios dejó estas ceremonias lo hizo para recordarnos en ese momento tan importante que es cuando nacemos a la vida cristiana y cuando se reune en pleno la iglesia, para que no olvidáramos el poder de su sacrificio redentor. En el Nuevo Pacto no necesitamos que se nos hable con el lenguaje oscuro de los signos, ya que el velo ha sido abierto por Cristo, pero sí es importante develar los secretos de su Palabra, como en este pasaje que ahora estudiamos.

Decíamos que estamos presenciando un rito. Pues bien, este rito de las 12 piedras de Josué tiene unas partes que en secuencia revelan las cuatro grandes responsabilidades de la Iglesia. Veamos cada parte de este ritual, desmontemos las piezas y luego armemos el cuadro completo. En verdad esto encierra un mensaje para la Iglesia, pero nosotros vamos a enfocarnos en el Mesón, que es la estructura eclesial que nos interesa.

1. Llamado al liderazgo: "Escoge doce hombres del pueblo, uno de cada tribu". Dios le ha ordenado a Josué escoger doce hombres, uno por cada tribu de Israel. A la Iglesia le ordena también escoger líderes para dirigir los distintos aspectos del trabajo de una comunidad cristiana: enseñanza, administración, economía, servicio a los necesitados, evangelización, culto, vida familiar, etc. En el caso de los mesones, cada iglesia decidirá, de acuerdo a su modalidad de gobierno eclesiástico, como nombrar al Mesonero o dirigente del Mesón de Discapacitados. Hay que llamar mesoneros capaces de sentir misericordia por los discapacitados y formar samaritanos en los principios del apostolado, sin discriminar a los beneficiarios. Hay que llamar a jóvenes, viejos, mujeres y hombres a convertirse en buenos samaritanos de su prójimo. La Iglesia y la sociedad lo necesita.

2. Salvación y sanación. "Diles que saquen doce piedras de en medio del río, del lugar donde están parados los sacerdotes". En esas 12 piedras estamos representados todos los cristianos e hijos de Dios, la Israel de Dios y el testimonio de la valentía, decisión, determinación, compromiso, visión, de un líder que condujo al pueblo hasta la meta. Si bien es cierto Moisés, como dice mi padre, es un coloso, Josué fue un fiel seguidor de ese gran líder y el también es un hombre con mayúscula.

No es curioso que las piedras fuesen sacadas del río, es lógico ya que todo río arrastra muchas piedras. En sentido alegórico el ser humano fue sacado del río: Dios nos salvó, nos sacó del río de este mundo y su corriente. Las piedras, las vidas a las cuales llevamos el Evangelio de misericordia, habrán de ser extraídas de en medio del río, de en medio de los problemas y pecados de este mundo, para ser curadas en el Mesón.

3. Evangelización. "Y que las lleven". Como aquellas piedras, nosotros fuimos trasladados al Reino de su Amado Hijo, de la corriente de este mundo al alojamiento o mesón de Dios. Esas piedras deben ser trasladadas al lugar de campamento. Son piedras tan pesadas que su traslado implica mucho trabajo y fuerza. Hay que movilizarse en una esforzada acción, necesitamos extender la obra de Dios en todo lugar, que se tome conciencia del problema de los discapacitados. El Evangelio debe ser trasladado en la Evangelización de las personas discapacitadas como también de muchos hombres y mujeres inconversos que conocerán a Cristo a través de este ministerio. En esta parte del rito judío están contenidas la extensión de la obra de Dios y la evangelización.

4. Edificación. "Y las pongan en el lugar en que van a acampar esta noche" ¿Por qué ponerlas en el lugar de campamento? A todo cristiano Dios lo hace atravesar el Jordán. Jesús fue bautizado en el Jordán, nosotros somos bautizados al iniciar nuestro camino en él, como samaritanos hacemos una promesa de servicio desinteresado al prójimo. Poner las piedras en un lugar de descanso significa poner una señal para que siempre la vean los que lleguen a ese lugar, para que las generaciones futuras no olviden que Dios es Dios de hechos poderosos. Pero también significa que esa construcción representativa de la Iglesia, piedras vivas, es un lugar de descanso para el agotado ser humano, el peregrino empolvado por el pecado y cansado de buscar un oasis para su alma. La Iglesia es un mesón. A nosotros como samaritanos esto nos indica que el mesón debe ser un lugar de alivio y edificación para el alma adolorida.

Tanto del discurso de José como del rito de las doce piedras, podemos concluir que hoy día, tal como en la antigüedad, Dios precisa de líderes que vivan en santidad, sean portadores de Cristo, atentos a su voz y a sus poderosos hechos, llenos de fe en su sacrificio redentor y el poder de su resurrección, activos y comprometidos con el apostolado. Y que su misión como Mesoneros consiste en llamar a nuevos samaritanos, anunciar la salvación y sanidad que hay en Jesucristo, evangelizar a los discapacitados y edificar Mesones en toda la Iglesia. El Mesón es un lugar de compromiso con las personas discapacitadas, con la Iglesia y con Dios.


PARA TRABAJAR EN EL MESÓN.
1) El Señor nos está llamando a levantar un Mesón en nuestra iglesia. ¿Qué pasos espirituales debo dar como preparación previa, según este capítulo?
2) Inicie un Samaritanado o curso de postulantes a samaritanos, en quince sesiones; en el cual se analice, estudie y reflexione, a la luz de las Escrituras, lo que significa ser un "samaritano". Este Samaritanado debe culminar con la Promesa del Samaritano ante la comunidad cristiana.

sábado, 19 de abril de 2008

SAMARITANOS EN ACCIÓN.


Capítulo VII del libro
"Movidos a Misericordia"


"Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían,
les haré andar por sendas que no habían conocido;
delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz,
y lo escabroso en llanura.
Estas cosas les haré, y no los desampararé"
Isaías 42:16



Seguramente usted se ha topado alguna vez con un mendigo de lentes obscuros pidiendo limosnas en una esquina, tal vez cantando o sacando notas a su violín. O ha visto atravesar la calle a un invidente con su bastón blanco. ¿Se ha preguntado cómo vive esta persona, si trabaja, tiene esposo, esposa, hijos y cómo se las arregla para vivir? Si es un cristiano ¿lee la Palabra de Dios o sólo debe conformarse con escucharla? ¿podrá tomar apuntes durante un estudio bíblico? ¿se moviliza solo? O siempre tendrá que ser acompañado por un lazarillo.

¿Sabe usted cuántas personas ciegas hay en su ciudad? Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, el 5 por 1.000 de la población mundial es ciega. Esto significa que de cada mil personas que viven en un lugar, hay 5 ciegos. Si su ciudad tiene 5 millones de habitantes, es muy probable que tenga una población de 25.000 personas que sufren de ceguera. ¿Se imagina usted? Veinticinco mil vidas que, sea que hayan nacido ciegos o adquirieron esta condición por algún accidente o enfermedad, ya no pueden disfrutar del maravilloso sentido de la visión. Ellos no pueden gozar de una puesta de sol, de una bella pintura, de las imágenes de su album familiar de fotografías, del rostro de sus seres queridos -salvo a través del sentido del tacto-, de una película interesante, de la lectura de un libro, en fin de todo este mundo de imágenes en que la mayoría de los seres humanos nos movemos*

IMPACTO PSICOLÓGICO Y ESPIRITUAL DE LA CEGUERA
Para cualquier individuo, perder la vista o que nazca alguien ciego en la familia, es un hecho muy impactante y traumático. De hecho se habla en Psicología de la Ceguera que hay tres etapas en la rehabilitación psicológica de un ciego -y esto también en parte es válido para su familia-, por las que habrá de pasar inevitablemente: un primer estado de schock, luego un período de profunda depresión, para llegar por último a la aceptación de su déficit.

El estado de schock es una especie de adormecimiento psíquico. La persona no atina a nada, no llora ni ríe, cae en el mutismo pues le ha impresionado tanto esta pérdida de sus ojos que no sabe como reaccionar, hasta que toma conciencia en pocas semanas de su nueva condición. Se sumerge en un estado depresivo tal que sólo quiere morir. Muchas veces en esta etapa intentan suicidarse, reaccionan con violencia, quieren estar solos. Quienes les rodean en esos instantes deben tener mucha comprensión y darse cuenta que las palabras de consuelo poco podrán hacer por ella, pero sí es muy importante que sienta la amorosa compañía de otros junto a ella.

En verdad llora la pérdida de su vista y de toda una vida funcionando de acuerdo a ciertos esquemas. Pensemos que tendrá que aceptar su nueva condición de ciego para poder iniciar cualquier aprendizaje rehabilitativo.

El proceso de aceptación de la ceguera por parte del ciego es muy similar al nuevo nacimiento. Mientras la persona no comprenda que el viejo hombre ya ha muerto y ha sido crucificado en la cruz de Jesucristo, no podrá manifestarse el hombre nuevo con todas sus características sobrenaturales. Es preciso que muramos a nuestra vieja manera de vivir para resucitar a una vida renovada por el Espíritu Santo (Romanos 6:5-11).

Aplicando este principio espiritual a la rehabilitación de las personas ciegas, podemos decir que en tanto el ciego no renuncie psicológicamente a su antigua vida de persona con vista, no podrá resucitar como persona ciega rehabilitada. El aprendizaje del sistema Braille, el uso del bastón, el método de cálculo mediante Sorobá y todas las técnicas que le permitirán desenvolverse normalmente en el medio, pasa por esta toma de conciencia de su nueva vida y la aceptación de la voluntad de Dios.

Por eso la ceguera, lejos de ser una maldición, es una herramienta de conversión para muchos. A través de este duro golpe de la vida, han conocido a Jesucristo numerosos hermanos cuyo testimonio de fe, valentía y dominio propio son un ejemplo para la Iglesia.

LA HORA DE LA PRUEBA
Piense usted que va por la vida feliz con unos propósitos, proyectos laborales, sentimentales, familiares, etc. y de pronto todo aquello se ve truncado por la ceguera. Tal vez ya no podrá desarrollar esa profesión en que la vista es imprescindible, las relaciones con los demás cambiarán bruscamente del respeto hacia su persona a la lástima, la conmiseración; dependerá de otros para movilizarse, tendrá que olvidar muchas cosas aprendidas y, sobre todo, olvidarse de la vista y las imágenes para comenzar a funcionar en un mundo de sonidos, texturas, olores, sabores y la ausencia de toda información visual, tales como carteles, anuncios, TV, cine, revistas, periódicos, libros, señales de tránsito, semáforos, etc.

¿Y su relación con Dios? Quizás, pensará usted, que Él le está castigando por algo o que ha sido muy injusto. Lo más probable es que se enoje con Dios, que reniegue de él y no responda como el bueno de Job, porque a pesar de toda la enseñanza bíblica recibida, a pesar de todas las advertencias del Señor, en verdad nadie está preparado para una situación límite de este tipo.
No me gustaría vivir esa experiencia ni la deseo para usted ni nadie, pero el sólo pensarlo me hace evaluar qué tan preparado estoy para una circunstancia de esa índole. ¿Estamos realmente edificados sobre la Roca o, como aquellas casas de mi ciudad de Valparaíso, estoy colgando de las laderas de un cerro, apoyado a medias entre terreno sólido y arena, que al primer terremoto no resistiré? El Señor sabía de estas cosas cuando nos dejó la parábola de la casa sobre la arena y la casa sobre la roca (San Mateo 7:24-27). A veces construímos sobre bases tan falsas y débiles como nuestros sentimientos, prejuicios, ideas personales, vanidad, etc. que al cabo de un tiempo, a la hora de la prueba nos derrumbamos.

UN MINISTERIO DE MISERICORDIA
¿Quién está allí cuando un incrédulo queda ciego? ¿Quién está para apoyarle a él y a su familia, no para tenerle lástima sino una auténtica misericordia? ¿Quién está junto al hermano ciego, no para preguntarse quién pecó o qué hizo para que Dios le mandase este castigo, sino para ofrecerle su amor y darle una esperanza? Muchas veces nadie. Un médico que atiende su salud física, que anuncia el atroz veredicto oftalmológico: usted no volverá a ver. Rara vez un psicólogo, en nuestros pobres países latinoamericanos, que comprende el estado mental del paciente y que nada puede hacer ante este proceso irreversible que tiene que vivirse. Un asistente social que brindará orientaciones funcionales, no siempre provistas del necesario afecto hacia el beneficiario. Y unos familiares acongojados.

¿Dónde está Cristo? ¿Dónde están los buenos samaritanos que vengan a poner la nota de humanidad, solidaridad y espiritualidad que esta mujer o este hombre tanto necesitan? No están, porque son otras misiones, aparentemente más serias, más visionarias, más bíblicas, más evangelizadoras las que preocupan y ocupan a la mayoría de los cristianos. Nos hemos quedado con la gran comisión de Mateo 28:18-20 y hemos olvidado la orden de Lucas 10:36,37 "¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El (intérprete de la ley) dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo."

Cuando comencemos a ejercer la misericordia del buen samaritano estaremos haciendo efectivo el anuncio del Evangelio de Jesucristo, pues la Buena Nueva no sólo son palabras sino también hechos. La Palabra de Dios es un todo eficaz, es el logos (palabra escrita) inspirado y revelado por Él y el rema (palabra vivida) de-mostrado por su Espíritu Santo en el cristiano. Esta fe evidenciada en obras de misericordia es tremendamente evangelizadora y fue una de las características del método de Jesucristo, cuando obraba milagros y sanidades. Recordemos como introduce su ministerio, utilizando las palabras del profeta Isaías:

"El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor."
(San Lucas 4:18,19)

PLAN DE ACCIÓN
¿Qué está haciendo usted por esas vidas hambrientas de una espiritualidad superior? No le voy a dar un sermón acerca de la obligación que tiene todo hijo de Dios de anunciar el Evangelio a los que están en tinieblas, oscuridad que en este caso es física y espiritual pues "vosotros sois la luz del mundo" (Mateo 5:14); tampoco le recordaré que "la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma" (Santiago 2:17), apenas un concepto que aún no ha madurado en un verdadero fruto de amor; ni le advertiré sobre el "tribunal de Cristo" (2 Corintios 5:10) al cual todos los convertidos a Jesucristo compareceremos y se nos pesará de acuerdo a la obra realizada. Sencillamente voy a compartir con usted algunas estrategias de acción que le permitirán desarrollar un hermoso samaritanado.

En cada ciudad del mundo hay niños, jóvenes, adultos y ancianos ciegos que necesitan de nuestra ayuda material y espiritual. Es tarea de las instituciones educarlos y rehabilitarlos, capacitarlos para superar su problemática, desarrollar una actividad laboral e integrarse a la sociedad, mas esa labor es incompleta si no se les brinda el amor de Dios. Es misión de la Iglesia llevarles el evangelio que traerá salvación y sanidad para sus almas. Pero este apostolado ha de ser hecho con astucia misionera, acercándose a ellos con mucho respeto, sirviéndoles primero en lo más simple. Recién cuando se establezcan lazos de amistad y confianza sembraremos la semilla de la Palabra en sus corazones.

Entremos en las instituciones de y para ciegos. Los profesionales y técnicos requieren de nuestra ayuda voluntaria, pues el samaritano llena un vacío institucional poniendo aquella calidez que el Espíritu Santo sabe brindar a las relaciones humanas. No vayamos con religiosidad ni ánimo proselitista, sino con el firme propósito de ayudar en lo que se nos indique.

¿Qué podemos ofrecer? ¿qué se espera de un samaritano o voluntario cristiano? Cosas como éstas:
· Acompañar a un ciego hasta su casa
· Ayudarle en la lectura o transcripción de un libro
· Preparar materiales en relieve (mapas, esquemas, figuras geométricas, etc.)
· Realizar actividades recreativas
· Enseñarles a ejecutar un instrumento musical
· Grabar un libro en casettes
· Enseñarles actividades del hogar (cocinar, tejer, lavar ropa, servir la mesa, etc.)
· Transcribir un texto al Braille
· Regalar compañía a un anciano ciego

A través de estas acciones se irá estableciendo una relación que nos conducirá a la evangelización. Primero conquistaremos la confianza de la institución y luego el corazón de los ciegos.

Pero antes que nada inicie el trabajo en su iglesia. Analice qué está haciendo por sus miembros ciegos y disminuídos visuales, comience a orar por ellos y pídale al Señor un plan para servirlos. Haga un compromiso con Jesucristo al respecto y coméntele a su pastor esta inquietud espiritual. Ahora, si usted es el pastor, inste a la iglesia en este ministerio.

A continuación le sugiero un cronograma de acciones para este fin:
1. Sensibilizar a su iglesia sobre la problemática de la ceguera y la discapacidad en general
2. Hacer un llamado al samaritanado
3. Formar un equipo de samaritanos o Mesón
4. Contactar con personas ciegas e instituciones de y para ciegos
5. Realizar un curso de aspectos generales sobre Ceguera
6. Realizar un Curso de Sistema Braille
7. Confeccionar material bíblico y educativo en Sistema Braille
8. Establecer contacto con distribuidores de Biblias y literatura en general, en Sistema Braille
9. Realizar grabaciones en casettes de sermones, enseñanzas, tratados, himnarios y literatura en general, en casettes
10. Confeccionar material bibbliográfico en macrotipos (letra ampliada) para personas de baja visión
11. Integrar a las personas ciegas en los programas de la iglesia
12. Reunirse el Mesón una vez al mes para planificar, evaluar y orar por el servicio realizado
13. Incorporar a hermanos ciegos en el Mesón a objeto de que puedan exponer sus reales necesidades y sentirse integrados

La hermana Lidia Rossi, nos entrega interesantes sugerencias al respecto:
· "A los ciegos les agrada mucho la música. Puedes comenzar un taller donde se enseñe en forma gratuita a tocar distintos instrumentos. ¡El departamento de Alabanza estará gozoso de poder prestar este servicio a la comunidad ciega! Puedes dar a conocer este taller, indicando hora y día, por radios seculares y cristianas, televisión, en la Sede de Ciegos de tu zona, en los colegios de ciegos, etc.
· Puedes comenzar a grabar cassettes con predicaciones cortas presentando a Jesús como Señor y Salvador, con fondo musical y con una voz que previamente el Señor elija para tal fin.
· Distribuye estos cassettes en forma gratuita a los ciegos en la vía pública, en la Sede de ciegos, etc.(no te olvides mencionar día y hora de las reuniones y dirección de tu iglesia)
· Puedes confeccionar tratados en Braille y entregarlos en forma gratuita."

¡A QUEBRANTAR LOS COLMILLOS DEL INICUO!
1.490 años antes de Cristo ya advertía la Sagrada Escritura, con rúbrica de Jehová, que no se debe obstaculizar aún más la vida de sordos y ciegos. Dice Levítico 19:14 "No maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de tu Dios. Yo Jehová". Han pasado casi 4.000 años y aún no aprendemos la lección. Tengo un amigo ciego con estudios de locución que está luchando años por demostrar su capacidad profesional -que la tiene y bastante, pues lo ha demostrado ad honorem- y aún no hay una sola emisora que le contrate, porque es ciego. Los llamados "videntes", porque tenemos ojos para ver pero estamos realmente ciegos, desconfiamos de sus talentos y preferimos la lástima y la limosna deshonrosa, para borrar la culpabilidad que nos provoca esta falta, a la dignificación de un ser humano.

Ya es hora, hermana y hermano, que pongamos fin a esta discriminación, que luchemos como Job por quebrantar los colmillos del inicuo Satanás que tiene sumidas en el egoísmo y la insensibilidad a las personas de este mundo. Tenemos una lucha contra un espíritu de maldad que opera en los hijos de desobediencia, una guerra contra los prejuicios y la ignorancia de una sociedad que valora a las personas por lo que pueden producir y consumir más que por lo que son como criaturas de Dios.

En medio de la prueba Job recuerda: "Me vestía de justicia, y ella me cubría; como manto y diadema era mi rectitud. Yo era ojos al ciego, y pies al cojo. A los menesterosos era padre, y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia; y quebrantaba los colmillos del inicuo, y de sus dientes hacía soltar la presa" (Job 29:15). El justo servía al ciego aportando lo que a éste faltaba, tenía un corazón de padre e inquiría hasta comprender la totalidad del problema. Entonces arremetía contra su origen hasta vencer. He aquí un ejemplo de samaritano que no cesa de luchar por el desvalido hasta completar su obra.

Asímismo deberá hacerlo usted: con corazón altruista, buscar el bien de la persona ciega; actuar con bondad, poniendo en acción toda la misericordia que ha recibido de Dios; ser compasivo pero respetuoso del ciego; dispuesto en todo momento a atender al llamado del servicio; esmerado en su trabajo, como sirviendo al Señor, y siempre generoso en el compartir tanto lo espiritual como lo material. Qué Jesús, el Buen Samaritano de la Humanidad, le acompañe en esta importante misión.

PARA TRABAJAR EN EL MESÓN.
1) Comencemos nuestro trabajo de samaritanado ayudando a las personas ciegas y con problemas visuales. Sigamos el plan que nos propone este capítulo.
2) Hagamos una ficha de cada beneficiario, registrando todos sus datos personales y necesidades de ayuda.


* Según datos de la OMS aproximadamente entre un 10% y 12% de la población de Iberoamérica son personas con discapacidad. Este porcentaje viene determinado por los problemas sanitarios, ambientales, bélicos, de accidentes de trabajo, etc.. En el caso de la ceguera, no existen datos fiables, pero sabemos también por datos de la OMS, que en los países desarrollados, con buena atención y prevención ocular, la deficiencia visual grave está en el uno por mil, entendiendo por tal, una pérdida de visión del 90%; con una pérdida del 80%, la prevalencia se eleva al 1% de la población. Pero todo indica, que en países en vías de desarrollo o en zonas con condiciones adversas, las cifras aumentan espectacularmente y además no es fácil encontrar atención oftalmológica.

jueves, 7 de febrero de 2008

EL LENGUAJE DE DIOS



Movidos a Misericordia
Capítulo VI
"Y aconteció en el camino,
que en una posada Jehová le salió al encuentro,
y quiso matarlo"
Éxodo 4:24-26

Los primeros cuatro capítulos del libro de Éxodo presentan a un siervo de Dios, un hombre llamado Moisés, uno que ha sido salvado de las aguas y, como tal, vive enfrentándose a crisis espirituales. El capítulo 2 de Éxodo nos habla del nacimiento de Moisés, cuyos padres eran de la tribu de Leví. La madre lo escondió por tres meses pues los egipcios daban muerte a todo hijo varón de los hebreos. Luego lo puso en una canastilla entre los juncos, en el lugar donde se bañaba la hija del faraón. Cuando la princesa lo encontró sintió compasión y encargó su crianza a la propia madre de Moisés. Ya joven recibió una completa educación en el palacio de faraón.

Moisés huyó a Egipto, a la región de Madián, después de haber dado muerte a un egipcio que golpeara injustamente a un israelita. Aceptó quedarse a vivir en la casa de Jetro, sacerdote madianita, y contrajo matrimonio con una de sus siete hijas, Séfora, quien tuvo dos hijos de Moisés: Gersón y Eliezer. Jetro y su familia no eran hebreos y tenían otra religión. Años después Jetro se hizo adorador del Dios verdadero cuando visitó a Moisés en el desierto de Sinaí para restituirle a su mujer e hijos. Los madianitas eran una raza nómade de Arabia, descendiente de Midián, numerosa y rica en rebaños, ganados y camellos y también activa y afortunada en el comercio. Eran idólatras, practicaban las hechicerías de Balaam y una sensualidad desenfrenada, enemigos de los hebreos. Moisés estuvo 40 años en Tierras de Madián.

En los capítulos 3 y 4 Dios llama a Moisés en una zarza ardiente en el desierto y le entrega todas las instrucciones para liberar a su pueblo del yugo de Egipto. Deberá hablar con el faraón y decirle que permita sacar al a los hebreos de Egipto. Le da varias señales, entre ellas un bastón que se convierte en serpiente. A los reclamos de Moisés de ser "tardo para hablar" nombró a su hermano Aarón como intérprete. El Señor advierte que el faraón se pondrá terco. Será una misión difícil. Entonces Moisés tomó a su mujer e hijos y se encaminó a Egipto.

Para crecer espiritualmente necesitamos las crisis. Cuando nuevamente aparece nuestra palabrita "mesón", que aquí se ha traducido por posada, es para señalar un encuentro controversial con Dios. Transcribimos:

"Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro (a Moisés), y quiso matarlo. Entonces Séfora (esposa de Moisés) tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre. Así le dejó luego ir (el Señor a Moisés). Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión."
Éxodo 4:24-26

Relata la Biblia que Moisés iba camino a Egipto, con su mujer e hijos y aconteció que en una posada Jehová le salió al encuentro y quiso matarlo. En verdad Dios ya le había salido al encuentro a este siervo de Dios en varias oportunidades y ahora le estaba llamando, no desde una zarza ardiente sino desde una situación de conflicto.

¿Qué significa que Dios salga a mi encuentro? Cuando estoy en una encrucijada de la vida y Él me habla. Cuando hay silencio y nada dice. Cuando quiero que me hable y no decido. Dios está saliendo a su encuentro ¿Le escucha? Dios nos puede salir al encuentro cualquier día. De hecho un día nos salió al camino nos habló y nos llamó. Obedecimos a su llamado y aquí estamos sirviéndole. Al lector probablemente también le ha sucedido así. Pero en esta oportunidad la Palabra habla de uno que ya ha sido llamado por Él y le ha salido al encuentro. Dios busca a los pastores, a los evangelistas, a los maestros, a los profetas y a los apóstoles; a usted hermano, maestro de Escuela Dominical; le busca y hoy, quizás a través de este libro, le está saliendo al camino ¿Escuchará usted la voz de Dios? ¿Será obediente o pasará de largo? Dios le ama y le llama. Él quiere hacer algo con usted. A veces pensamos que estamos muy cerca de Dios pero en verdad estamos muy lejos, andamos descaminados. Entonces decide visitarnos y venir a nuestro encuentro. Aquí la palabra posada o mesón se ha instalado en el texto iluminando algo muy importante que el Señor quiere comunicarle.

La controversia espiritual cuestiona nuestra espiritualidad. Moisés ha recibido con claridad la orden y misión de Dios, pero hay dos obstáculos: no ha cumplido completamente con la voluntad de Dios manteniendo a su primer hijo sin circuncidar, influenciado tal vez por la religión de Séfora, la madre del niño. La escritura no dice qué le ha sucedido, como Dios quiso darle muerte, aunque es evidente que no puede desear eso después de asignarle su tarea. Puede que esté enfermo o tuviese un accidente. Como sea está impedido, imposibilitado de realizar un rito fundamental para su fe, a lo cual debe hacerlo su mujer. "Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre. Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión." (Éxodo 4:24-26).

La crisis indica nuestra incapacidad. "Durante el camino, en el lugar donde Moisés y su familia iban a pasar la noche, el Señor salió al encuentro de Moisés y quiso matarlo" (Éxodo 4:24). Moisés ya tiene la misión, todas las indicaciones han sido dadas Ha recibido todos los detalles todas las indicaciones de parte de Jehová y ahora, justo en el lugar donde iban a pasar la noche, el lugar donde pernoctarán, se presenta un inconveniente. ¿Un accidente? ¿una enfermedad? La Biblia no lo especifica pero es algo duro, un trato que le imposibilita. ¿Qué quiere decir el Señor a Moisés? Esta es una buena reflexión para quienes en un minuto de su vida, cuando están llenos de expectativas y entusiasmo, la vida les asesta un duro golpe que les deja inmovilizados. ¿Qué sucede? ¿Acaso Dios no quiere que sea feliz y desarrolle una misión en la vida? He estudiado, he luchado por capacitarme para una profesión y de pronto quedo ciego, sordo o inválido. ¿Qué raro designio de Dios es éste? ¡Qué extraña es la voluntad del Señor para nosotros! Envía a San Pablo a anunciar el Evangelio a los gentiles y permite que lo encarcelen; unge a David como rey y hace que éste huya por mucho tiempo de Saúl que le persigue; le hace el encargo a Moisés de llevar a su pueblo a la tierra prometida y lo hace morir antes de llegar. Obviamente cada uno de estos hechos tiene un significado espiritual, Él quiere el desarrollo de las virtudes morales y sobrenaturales en cada hijo e hija suya. Para eso se vale del sufrimiento y la frustración; el concepto que Él tiene del éxito es muy distinto al nuestro. Su visión del triunfo en la vida tiene que ver con la instalación de su Reino en los corazones de los hombres.

En medio de la crisis está el mensaje de Dios. Ahora el siervo de Dios, precisamente en el mesón o el sitio de descanso de los peregrinos, se pregunta ¿qué quiere Dios de mi? Y la respuesta no se deja esperar. Debe arreglar cuentas con Dios, ponerse al día en algo que debe. Examina su actuación y se percata que no ha obedecido a algo fundamental del pacto de Dios con su pueblo: la circuncisión de su hijo primogénito. Él no puede hacerlo, se lo ordena a su esposa y, en la reacción de ella, está la respuesta a esa detención del Señor, a esa invalidez: debe dejar a su familia por un tiempo para cumplir su misión. Él no puede exponer a los suyos a la persecución de los egipcios ni debe hacer peligrar el plan de Dios con la actitud incomprensiva de su mujer. En ese momento ellos estorban la estrategia de Dios. Dice la Palabra de Dios "Entonces el Señor dejó ir a Moisés" (Éxodo 4:26, DHH). Se ve en la necesidad de separarse de su familia para poder cumplir la misión.

¿Qué relación tiene esto con los discapacitados? Hay una explicación para la inhabilitación de alguien y ese misterio está en Dios. Él tiene la respuesta. Al que es espiritual todas las cosas le ayudan a bien. Dios tiene la respuesta a todas nuestras inquietudes e interrogantes. Aunque nos parezca una locura, algo descabellado, la discapacidad tiene una razón de ser y ésta no es otra que la que nos da Jesús: "para que las obras de Dios se manifiesten en él" ( San Juan 9:3) ¿Acaso no se manifestó la gloria de Dios en la vida de Moisés? Su misión era tan importante que Dios necesitó hacerlo inhábil algunos días para que viera, para que adquiriera la verdadera "visión".

La controversia nos enseña a descifrar el lenguaje de Dios. La triste estadía en el mesón le permitió a Moisés entender la voluntad de Dios para su vida, completar su visión. Dios, a través de las circunstancias más difíciles, nos habla, por decirlo así, "a gritos". Se dice que Él habla en el silencio. Es preciso quedarnos silenciosos en la oración y escuchar a Dios. Pero también es bueno preguntar en medio de los sufrimientos: ¿Qué quieres decirme con esto Señor?. Mi esposa siempre confiesa me costó mucho comprender el lenguaje de Dios. Todos quisiéramos que el Señor nos hablara directamente con voz audible. Así sería más sencillo, pensamos. Pero ¿realmente le obedeceríamos de esa forma? ¿No estará, a través de ese lenguaje complejo de las circunstancias, puliendo nuestro corazón, la disposición a servir y obedecer; no querrá que apreciemos lo que nos dice, hacer trabajar nuestro intelecto para poner a su servicio no sólo el oído sino también la mente? El que sólo escucha una orden, lleva ese dato a su cerebro y procura cumplirlo. Mas al que le ha costado descifrar el código ha tenido que: llorar por su situación; pedir a Dios misericordia en medio del sufrimiento; solicitar insistentemente una explicación de ese dolor; humillarse ante el Señor reconociéndose incapaz de superar el dolor solo; establecer en su mente diversas hipótesis o explicaciones del hecho; buscar en la Palabra de Dios una respuesta; investigar en su propia actuación y examinar su corazón.; esperar con confianza, fe absoluta en Dios; asumir y aceptar el trato de Dios - mientras más reclame y despotrique más se prolongará la situación - y humillarse hasta lograr la sumisión del corazón al Señor. Entonces, repentinamente se hace la luz en la mente y se descubre la respuesta de Dios, la confirmación a alguna de las hipótesis o bien una respuesta totalmente distinta.

Si no hubiese hecho todo ese esfuerzo, Dios no habría dado la respuesta. Él nos guía y para ello utiliza nuestro intelecto. Los dones de Dios los entrega el Espíritu Santo a todo cristiano y funcionan cuando el hijo de Dios los hace funcionar. La actitud debe ser: actuar, preguntar, orar, meditar, discernir. Es algo dinámico, un proceso que requiere de nuestra participación. Si no fuese así, sencillamente bastaría que Dios nos hablara con voz audible y nosotros actuaríamos. ¿Por qué lo ha concebido así? Porque es la única manera que desarrollemos las virtudes cristianas.

Imagínese que está en una guerra y recibe un mensaje codificado de su comandante. Usted no conoce las claves del código. ¿Qué hace? ¿Se sienta a esperar recibir una llamada por radio de su superior? Usted sabe que él ya envió el mensaje, que no lo repetirá de otra forma. El mensaje está en sus manos y el problema es que usted no entiende su significado porque no dispone de la clave. La solución del problema ya no está en manos del comandante sino en usted. Él ya cumplió su parte, ahora le toca a usted. Así es que lo único que le queda es utilizar todas sus capacidades para encontrar la clave y descifrar el mensaje. Con confianza en sí mismo, en el entrenamiento recibido en la base militar y en sus propios talentos, comienza el trabajo de decodificación hasta encontrar la respuesta. Cuando lo logra salta de alegría. Así también es con el mensaje de Dios. Él nos pone en una circunstancia difícil, usted se pregunta cuál será la voluntad de Dios en ese caso, cuál es el mensaje que tiene para usted. No puede sentarse a esperar que Dios le vuelva a hablar. Él ya ha dado su mensaje y usted tiene la clave para descifrarlo. Dispone de varias herramientas: sus propias capacidades intelectuales o talentos, el acervo de experiencias anteriores, los dones del Espíritu Santo (sabiduría, inteligencia, conocimiento, etc.), la Palabra de Dios escrita en la Biblia y el consejo de los ministros de Dios. Una buena fórmula en tiempos de crisis puede ser responder con toda honestidad estas tres preguntas: 1) ¿En qué estoy fallando? 2) ¿Qué precepto bíblico estoy quebrantando? y 3) ¿Qué debo hacer para reparar este error?

Queda claro que Moisés tenía la intención de marchar a Egipto con su mujer y sus dos hijos; que el mayor ya debería haber estado circuncidado, de acuerdo al pacto que Jehová había hecho con Abraham (Génesis 17:10-12); que la mujer de Moisés era pagana y su suegro un sacerdote de la idolatría madianita, pero con grandes cualidades espirituales. Cuando Dios quiso matar a Moisés, éste lo interpretó como un enojo del Señor por no haber cumplido aún el rito de la circuncisión con su hijo mayor y, estando imposibilitado para efectuarlo, debe habérselo solicitado a su mujer. Ella, indignada pues no comprendía las costumbres del pueblo de Dios, que para un judío la incircuncisión era una gran impureza tomó el pedernal y circuncidó al niño, diciendo con repugnancia "en verdad, tú eres para mi un esposo de sangre" debido a la circuncisión. Por medio de estas circunstancias desagradables el siervo de Dios pudo entender cual era la voluntad del Señor antes de partir a Egipto.

En resumen, podemos señalar que, para crecer espiritualmente, necesitamos las crisis; que estas controversias espirituales nos ayudan a cuestionarnos y examinarnos; por medio de esos dolores Dios nos indica nuestra incapacidad. Cuando pensamos que Él está lejos, en verdad es cuando está más cerca; allí, en medio de la crisis, está el mensaje de Dios y lo único que tenemos que hacer es aprender a descifrar el lenguaje de Dios.

La correcta actitud cristiana frente a cualquier sufrimiento no es otra que: asumir el dolor, dar gracias por el dolor, preguntarnos en qué aspecto estamos fallando frente a su voluntad expresada en la Biblia, reparar el error y, finalmente, esperar pacientemente la respuesta divina, si Él quiere darla.

Así es que el Mesón también es un lugar de disciplina, una milicia de Dios, un lugar de entrenamiento en el dolor (Toma tu cruz y sígueme). En el mesón comprendemos su tratamiento para producir en nosotros el carácter de Jesús. Ahí el dolor de los discapacitados cobra sentido. En el mesón, a través del discipulado, tanto samaritanos como discapacitados pueden discernir las circunstancias que están viviendo, desde la perspectiva de que son un trato de Dios para perfeccionar en ellos la fe, la esperanza y el amor. Como recuerda San Pablo a su hijo espiritual Timoteo "Y tú, hijo mío, saca fuerzas de los dones que has recibido de Cristo Jesús./ Lo que me has oído decir delante de muchos testigos, encárgaselo a hombres de confianza que sean capaces de enseñárselo a otros./ Toma tu parte en los sufrimientos como un buen soldado de Jesucristo" (2 Timoteo 2:1-3, DHH).

PARA TRABAJAR EN EL MESÓN.
1) Comparta con sus compañeros samaritanos los "desiertos" y "disciplinas" que ha pasado en su vida cristiana, y las enseñanzas que eso le ha dejado.
2) ¿De qué forma puede ser el Mesón un lugar de disciplina o milicia de Dios?
3) Haga un resumen de este capítulo, comentando los textos bíblicos.
4) ¿Cómo se manifiesta, según el autor, la voluntad de Dios o cuál es el lenguaje que Él usa en nuestras vidas?